Por Rafael A. Escotto
«Estoy dispuesta a luchar por aquellos que no pueden luchar por sí mismos». Diana Prince (Mujer Maravilla)
Me dispuse a tener un diálogo con el padre de la patria Juan Pablo Duarte. Para hacerlo me senté sobre su majestuosa lápida hecha de blanco alabastro del más fino símbolo de pureza, bondad y paz. Aquel espacio tan augusto estaba rodeado de deslumbrantes rosas de Bayahibe, de delicados pétalos, única en el mundo por su belleza la flor naciona
RAE: Patricio, excúseme por molestar su paz. He venido a postrarme ante su egregia figura abrumado por lo que estoy viendo en el país. Usted que tantos martirios y desengaños tuvo que padecer. Le pregunto: ¿a qué se deben mis mortificaciones?
JPD: No me sorprende su preocupación, sobre todo a mí, que tuve que sufrir humillaciones, destierro y que fui colocado contra mi firme voluntad en un velero por el solo hecho de luchar por la libertad de mi pueblo y en mi peregrinaje nunca dudé de mi disposición de alcanzar, al precio que fuere, la independencia de mi pueblo para no verlo padeciendo la ignominia de una ocupación oprobiosa.
RAE: Hoy que se habla de libertad y de soberanía, dos figuras políticas debatibles y por la cuales usted tuvo que enfrentar los espíritus más despreciables y desleales, parece que la nación tendrá que volver a recoger su brillante y afilada espada para salir al rescate memorable del emblema de la patria que dominicanos desentendidos tratan de traicionar quitándolo del centro de nuestra bandera tricolor. ¿Qué dice usted de tarea tan vergonzosa como esa?
JPD: Apreciable conciudadano, no debéis olvidar que siempre han habido malos dominicanos quienes agazapados detrás del ilustre blasón, como Judas Iscariote, han vendido la patria por treinta monedas de plata. En esta clase de infamia hay periodistas, intelectuales, empresarios, políticos de todos los partidos y personas del pueblo que se dejan sonsacar o envilecer.
RAE: Noble padre, ¿será cierto que existe un arreglo entre el partido de oposición y un ala del partido de gobierno para ceder la parte occidental de la isla (República Dominicana) y fundir las dos partes?
JPD: En una ocasión Francisco del Rosario Sánchez se vio obligado a entrar por Haití porque no pudo entrar por otra parte. Esa entrada fue circunstancial, amigo Escotto. Sánchez dijo estas palabras, las recuerdo como ahora: «Entro por Haití porque no puedo hacerlo por otra parte, pero si alguien pretendiese mancillar mi nombre por eso decidle que yo soy la Bandera Nacional». Esas frases fueron imponentes.
RAE: ¿Qué acontecimiento obligó a Sánchez a entrar por Haití?
JPD: Le diré que estando Sánchez en Curazao se entera del cruel asesinato de su tía María Trinidad Sánchez, en fecha 27 de febrero 1845, y de su hermano Andrés, por órdenes de Santana. En 1855 grupos interesados en deponer a Santana recurrieron a Sánchez en busca de apoyo. Malograda la conspiración nuestro patriota se exilia en Inglaterra. En 1856, cuando se elige a Buenaventura Báez como presidente de la República, Sánchez, regresa al país y es nombrado comandante de armas de la Capital. Pero el día 7 de julio de 1857 se produjo un movimiento revolucionario que culminó con el derrocamiento de Báez.
RAE: ¿Entonces Patricio, le pregunto, ¿dónde se encontraba Sánchez cuando la conspiración?
JPD: Exiliado en Saint Thomas, Sánchez se entera de la anexión a España. Como no puede regresar legalmente al país organiza una invasión entrando por Haití y en esa ocasión expresa la palabra que le dije a usted anteriormente.
RAE: Prócer, este diálogo con usted podría motivar al Ministerio de Educación a volver a incorporar la historia patria verdadera en el pensum escolar, sobre todo ahora cuando malos dominicanos están tratando de cambiar nuestra historia alentados por dinero y por gozar de determinados privilegios. ¿Qué piensa usted de esto?
JPD: Estoy de acuerdo con su interés, no obstante debo decirle que en nuestro país siempre ha habido traidores. En El Cercado nuestro patriota fue traicionado y hecho prisionero. Sánchez fue sometido a juicio y condenado a muerte. Cuando un sacerdote le asistió en los consejos religiosos le dijo: «Diga a los dominicanos que muero con la patria y por la patria y a mi familia que no quiera vengar mi muerte».
RAE: Gracias Patricio, decidí tener este diálogo con usted porque estoy preocupado por el camino que está tomando la patria. Le diré que en estas elecciones hay candidatos a la presidencia, de la oposición y un ala del propio Gobierno, que por llegar a sentarse en la silla no escatiman esfuerzos en entregarle el mando a cualquier país y de aquí solo hay un paso para la fusión.
RAE: ¿Qué opinión le merece este proyecto de unir las dos partes de la isla?
JPD: Bueno, Santana obligó a los trinitarios a entregar el mando. Sánchez, Mella y otros patriotas, al igual que yo lo declaramos traidor a la patria y lo expulsamos del país.
RAE: ¿Usted cree que hoy día habrá hombres capaces de hacer lo que ustedes hicieron el 9 de julio de 1844?
JPD: ¡Jamás! Es que la firmeza moral y el nacionalismo de aquellos hombres no tienen comparación. Aunque tengo muchos años debajo de esta marmórea losa con alguna frecuencia me visitan personas como usted preocupados por la patria y es en ese momento cuando mi alma se despierta y resucitan mis ideas políticas. Sin embargo, me comentan relatos tan escalofriantes que no quisiera oírlos porque perturban mi reposo.
RAE: Me imagino que el día de su natalicio, el 26 de enero, usted recibe muchos funcionarios del Gobierno.
JPD: Mire, lo que otros patriotas y yo hicimos por nuestra patria lo hicimos por darle grandeza a este país y para que fuera una nación soberana. Los funcionarios que suelen visitar mi tumba para mi natalicio son todos unos hipócritas, individuos casi todos corruptos, simuladores y sin linaje. Están en la política para enajenar las riquezas del Estado dominicano y aprovecharse de la fortuna que les son puestas a su cuidado por el pueblo.
RAE: Entonces patricio, ¿qué significan esos discursos fervorosos y las celebraciones religiosas en los templos católicos y las coronas de flores que le son colocadas al pie de su busto? ¿No cree usted que son muestras de cariño y de recordación eterna a su noble figura?
JPD: Yo recibo esas manifestaciones más bien como lisonjas protocolarias. Pero lo que hubiese deseado fuera que a quienes le toque gobernar esta nación sean hombres o mujeres de grandes convicciones patrióticas, personas resueltas a hacer de este pueblo un país floreciente, próspero, con una democracia plural, donde impere la justicia social, en donde los padres puedan enviar sus hijos a las iglesias cristianas sin temor, que la educación y la salud sean derechos inalienables y no oportunidades para que funcionarios cometan ilicitudes.
RAE: Maestro, ¿quiénes fueron sus educadores?
JPD: A los catorce años de edad fui llevado a estudiar a España, pero antes de mi viaje, aparte de las materias comunes de todo estudiante, había hecho los cursos de filosofía y derecho romano con Juan Vicente Moscoso, llamado el «Sócrates dominicano». Vuelvo al país influido de las corrientes modernas de pensamiento que tuvo su origen en la Revolución francesa. Hacia 1835 propuse a mi amigo José María Serra la creación de una sociedad secreta que llamamos La Trinitaria para enfrentar a la dominación haitiana. Quedó constituida el 18 de julio de 1838. Durante algún tiempo La Trinitaria realizó sus labores secretamente, pero al entrar bajo sospecha de las autoridades haitianas se vieron obligados a formar La Filantrópica, que continuó la labor bajo la ficha de la actividad teatral. No tardaronnb las autoridades haitianas en percatarse de los objetivos reales de la sociedad.
RAE: Patricio ilustre, gracias por dedicarme su tiempo. Una parte muy grande de los dominicanos estamos a pie juntillas con sus ideas de libertad y de independencia. No obstante, nos sentimos temerosos en ver tanta traición y tanta vesania de esta clase política que se atreve a ocultarle a los dominicanos lo que disimuladamente esconden para luego de alcanzar el poder sorprender la nación con una fusión artera y desleal.
JPD: Desgraciadamente ya no están ni un Sánchez, ni Mella ni los trinitarios para salirle al frente a los traidores de nuevo cuño. Sin embargo, después de mi muerte, en tiempos de Ulises Heureaux, me enteré, según lo señaló el historiador José Henríquez en un trabajo titulado« Traiciones en la política dominicana», que este traicionó al general Gregorio Luperón, su mentor y guía, y se convirtió en uno de los dictadores más crueles y corruptos de América Latina. Tanto así que mandó a fusilar a su amigo y socio Eugenio de Marchena porque este no quiso renunciar a su aspiración de ser presidente de la República Dominicana.
RAE: Gracias, nuevamente, ilustre patricio por sus aportes y por recordarle a algunos dominicanos su martirologio y su lealtad.