Por: Rafael A. Escotto
Sintetizar es escribir extensamente y ejecutar lo escrito en una síntesis. Hay quienes se quedan pasmados, como si sintieran las ansias que provoca una sintesis despues de haber leido un poema. Quienes han leido la obra poética de Dionisio López Cabral se excistan ante el anhelo irresistible que les causa la brevedad de sus versos.
Este efecto se asemeja a las abejas luego de haber subscionado la ambrosia, se quedan aferradas a los pezones de los pétalos, vuela a una segunda flor o a una tercera, roza sus estambres y se inicia el proceso de polenización. Asi es de hermosa y seductora la figura retórica de Dionisio López Cabral. Sus dulces métricas traen la expresión de algo que no llegó en su alforja, pero sin embargo no hizo falta; por una endija de su cerebro entró la luz celeste que nunca truncó su enorme inteligencia.
En su poema «Presencia» quedó expuesto su gran poder de sintesis. Regocijemonos de su dominio de la estética y admiremos su enorme cualidad de crear:
Bajo el Almendro
el gris de la tarde
es un adios…
que vuelve
En este poema Dionisio transporta al lector a un sueño mistico en el que se entrecruzan la grandeza del almendro y la tristeza del color gris de la tarde que se retira diciendo, hasta luego: llegó el tiempo de recoger en las profundidades del oceano para regresar alguna vez a contemplar las flores rosáceas y blancas del almendro que florecen en sus ramas durante el invierno.
Dionisio López Cabral, en el próximo poema «Abandono», se levanta, anda y habla por una calle sin nombre y sin viviendas, cuyas aceras se pierden y luego reaparecen sin explicación. En su extravio brota la figura de un poeta con sus mismos rasgos, pisando su sombra y duda. !Aqui esta el ante olvido!.
El olvido
en una calle
¿Será Dionisio?
En este último verso Dionisio me lleva a los pasos que resuenan de Octavio Paz, en otra calle.
Recoge su existencia y en un rincón del patio de la casa de su madre Dorca, sentado bajo el enigma de un árbol de abedúes, suena un aleteo y una flor relente se desprende de sus ramas y cae suavemente sobre sus piernas de niño y dice el poeta, con sus ojos implorantes:
Tendido
sobre el cielo
el patio de Dorca
aleteo del rocío.
Otro dia, se le ve parado contemplativo en el alero de su casa, con sus ojos afligidos mirando hacia el cielo azul, extrañamente unas gotas de lluvias llegan cuando el dolor del ser parece gemir los miserables recuerdos, y en medio de aquel desconsuelo que se transparenta, toma una hoja de papel con sus manos sucias de pìncel sin pelo, como diría Cortázar, y de su imaginación martirizada por los recuerdos se expresa esta poesia llena de melancolia:
Dulce agonia
la de ayer
Danza fugaz
en brazos del recuerdo
Tiene razón Rafael P. Rodriguez cuando refiriéndose a la poética de Dionisio escribió: «Uno no sabe -no está supuesto a saberlo- de qué género son esas fuentes que evoca el poeta». Yo le agregaria a esta expresión una frase del poeta francés Charles Baudelaire: !Ah qué grande es el mundo a la luz de las lámparas! ¡Y qué pequeño es a los ojos del recuerdo!
El poeta López Cabral no abandona el sentido de la nostalgia como evocación insuperable, por el contrario se va al texto de Ojos Luz piensan las lilas, del poeta santiagués Luis José Rodriguez Tejada, y escribe desde una Silla sin espejo a su tio el Dr. Ramón Cabral:
Ni Tomás ni su lecho
evitan el dolor.
La herradura del coche
marca el compás de las horas
Metido en la ambiguedad del enigma, Dinisio me lleva en su poema Enigma a Edgar Alan Poe, quien escribe sin vacilación: «Es dudoso que el género humano logre crear un enigma que el mismo ingenio humano no resuelva». Cietamente, el talento y la sensibilidad artística de López Cabral quedó reflejada en este verso:
El egnima
de la lluvia
es morir
para ser flor.
El poeta don Tomás Morel no vacila en decir: «Insisto, López Cabral es, entre nosotros, el poeta de la brevedad y de la sintesis. Escribe y canta para ser leido en silencio, a esa hora misteriosa en que se escucha el rielar de los astros en la inmensidad del espacio».
Cómo duelen
estos gritos
que multiplican mi voz
Entonces, como un poeta solemne, y no cualquiera, aguantando la gotera y por las ventanas de Neruda, aquellas manos sucias del artista, todavia casi con dientes, escribe a su propia conciencia
Soy el ayer
en el espejo
de una ola
teñida de rocio
Ya cuando parece sientir que la muerte toca su vida, sin aun prestarle oido a pasos tenebrosos, presiente y escribe este poema.
Sobre la duda inesperada
del espanto
El laberinto ascecha
Los dioses, confundidos,
abandonan sus calidas moradas
El abismo oscurece:
la eterna l.uz
desaparace…
Los versos breves de Dionisio López Cabral, abren puertas sobre el mar y la vida, como diría Rafael Alberti.