Ignacio GUERRERO
SANTIAGO. – Una mirada retrospectiva, a partir del año 1950 hasta la fecha, evidencia una disminución e influencia de los líderes de la Iglesia Católica en la sociedad dominicana, en especial en la capital y Santiago, como consecuencia de la falta de figuras que fijen posiciones sobre la realidad socioeconómica, descomposición social e injusticias sociales.
Incluso, no hay representantes católicos que intervengan en un proceso de mediación para rebasar conflictos laborales, políticos y económicos, contrario a otras etapas donde obispos y sacerdotes jugaron roles protagónicos.
Hace unos tres años que monseñor Víctor Masalles, cuando era obispo de la Diócesis de Peravia (Baní), proclamó que: “Hay una ausencia de líderes que estén sirviendo como mediadores para poder trabajar en situaciones conflictivas”, lo que desató una polémica sobre un gran vacío de liderazgo en la Iglesia Católica.
Durante el período 1951-1970 sobresalió el sacerdote Láutico García, quien era filósofo, historiador, controversial y fiel defensor de la doctrina cristiana, y protagonizó un histórico debate con el profesor Juan Bosch en torno a la filosofía de la Iglesia Católica frente a la filosofía marxista y la crisis de la democracia en América Latina y el Caribe. Esa confrontación se desarrolló el lunes 17 de diciembre de 1962, a través del programa Actualidades, que dirigía el destacado el periodista Salvador Pittaluga Nivar a través de Radio Santo Domingo Televisión, a las 9: 30 p.m.
Desde 1961 comenzó a descollar el sacerdote Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien fue designado por el papa Pablo VI como obispo Metropolitano de Santo Domingo. Luego, exactamente en l978 el papa Juan Pablo II lo designó Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, en sustitución de monseñor Octavio Beras Rojas, otro líder católico con una sólida incidencia en la sociedad. También fue elegido presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) desde julio de 1984 y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) 1991-1994.
El 28 de junio de 1991, creado Cardenal de la Santa Iglesia Romana por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, quien le asignó el Titulo de San Pio X en la Balduina (Roma).
Nicolás de Jesús López Rodríguez enarboló un liderazgo robusto y prominente, porque exponía ideas sobre los temas sociales y económicos, por tal razón, era una fuente inagotable de posiciones, las cuales en muchas ocasiones eran controversiales.
Santiago y el Cibao
Santiago, como capital de la 14 provincias que conforman la región Norte, siempre contó con obispos y arzobispos prestantes e intelectuales, quienes se convirtieron en entes de equlibrio y pastores que orientaban a los distintos segmentos con la palabra de Dios, pero al mismo tiempo eran defensores de los derechos fundamentales humanos, la libertad y la justicia social.
El 25 de septiembre del año 1953 el papa Pío XII creó la diócesis de Santiago, mediante la Bula Si Magna et Excelsa, junto a la diócesis de la Vega y la Prelatura Nullius de San Juan de la Maguana. Para entonces el territorio de la recién creada diócesis contaba con las provincias civiles de Monte Cristi, Dajabón, Santiago Rodríguez, Puerto Plata, Santiago, Espaillat y Salcedo, conforme a un relato histórico de estudiosos de la Iglesia Católica.
El 14 de febrero 1994 el Papa San Juan Pablo II elevó a la categoría de Arquidiócesis a la Diócesis de Santiago, erigiéndola sede metropolitana de la nueva provincia eclesiástica, la cual comprendería las diócesis de Mao-Montecristi, La Vega, San Francisco de Macorís y Santiago. En 1996 es creada la diócesis de Puerto Plata.
Como obispos y arzobispos de Santiago se desempeñaron los monseñores Hugo Eduardo Polanco Brito (1956-1966), Roque Antonio Adames (1966-1992), Juan Antonio Flores Santana (1992-2003), Ramón Benito de la Rosa y Carpio (20032015) y Jesús Bretón Martínez, quien fue designado el 24 de abril del año 2015). En la diócesis Mao-Montecristo, se destacó monseñor Tomás Abreu Herrera.
Durante esa fase deslumbró una figura prominente en la Iglesia Católica, quien se convirtió en el padre de la mediación y los diálogos: monseñor Agripino Núñez Collado, quien sin ser obispo ni arzobispo, representó a la Iglesia Católica en todos los procesos conflictivos y desde la rectoría de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), fue un excelente consejero y ente de equilibrio a favor de la democracia.
Núñez Collado fue el arbitrio en el primer diálogo tripartito, por allá en el año 1986, en el cual confluyeron Gobierno Central, empresarios y Movimiento Sindical en medio de una profunda crisis socioeconómica que provocó movilizaciones, paros y una huelga general, lo que se apaciguó con un acuerdo que degeneró en un aumento salarial, congelación de los precios de los artículos de primera necesidad y la paz social.
Además, en el 2004 cuando se registró una crisis postelectoral y que se temió se produjera una guerra, monseñor Agripino Núñez Collado intervino y conjuntamente con el cuerpo diplomático acreditado en el país, evitaron un conflicto incontrolable.
Si comparamos esos líderes católicos de ayer con los de hoy, a nuestro juicio, la influencia y el liderazgo de la Iglesia Católica ha disminuido de manera significativa, por consiguiente, la cúpula católica debe reflexionar y tomar conciencia de la urgente necesidad de reorientar su filosofía cristiana para reencontrarse con sus raíces y recuperar los espacios perdidos. ¿Sí o no?