Por. Andrés Bonilla
Rep. Dom. – El día 26 del pasado mes de abril del presente año 2018 el licenciado Francisco Domínguez Brito presentó formal renuncia a su condición de Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y si valoramos la razón por la cual el dirigente pollito tomó tal decisión, cabe señalar que con la misma dio muestras de ser un hombre ético, de sobrados principios morales, de gran solvencia politica y de incuestionable respeto a la institucionalidad.
Domínguez Brito recogió sus maletas y dejó el cargo que asumió en el año 2016, no sin antes agradecer la designación y la confianza depositada en él por el presidente Danilo Medina. El denunciante también agradeció el apoyo del empresariado, de las entidades que trabajan a favor de la preservación de los recursos naturales y otros sectores de la sociedad dominicana.
Además de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito pasó por la Procuraduría General de la República, por la Fiscalía del Distrito Nacional y por el senado de la República en representación de la provincia de Santiago, cargos que desempeñó con mucho empeño, entrega y dedicación. Ahora su meta es trabajar a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana en busca de la candidatura presidencial de esa entidad política para las elecciones programadas para el 2020.
Que bueno que Domínguez Brito se desvincula del gobierno en mataría de cargos públicos, porque al presentar renuncia a su condición de ministro de Madio Ambiente nadie puede acusarle, ni dentro ni fuera del PLD, de utilizar los recursos del Estado para promover sus aspiraciones a representar a su organización política en el próximo certamen electoral.
La iniciativa del dirigente del Partido de la Liberación Dominicana debe ser imitada por otros servidores públicos que también tienen aspiraciones presidenciales, como es el caso del arquitecto Andrés Navarro y el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, primero ministro de Educación y el segundo ministro de Relaciones Exteriores y presidente del Partido Revolucionario Dominicano, entidad aliada del oficialismo.
De no seguirle los pasos a Domínguez Brito, Navarro y Vargas Mardonado, en un país como el nuestro no podrán controlar el uso de los recursos públicos en la promoción de sus aspiraciones. Tampoco tendrán calidad moral para críticar los desaciertos del gobierno, pues ellos forman parte de esa gestión aunque sea desde diferentes y muy codiciadas posiciones.
En el caso de la vice-presidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández, por tratarse de una funcionaria elegida por el pueblo, en un proceso sea transparente o no, lo más correcto, idóneo y prudente es ella se tome una licencia del cargo que ocupa, y de esa forma evita los cuestionarnos a sus actividades proselitistas.
La práctica más leve y común en el uso de los recursos públicos en campaña se manifiesta en la presencia de vehículos oficiales en actos de tal o cual aspirante que desempeñe alguna función en el gobierno, en el hecho de que el funcionario tome tiempo de su trabajo para participar en una reunión u otras actividades, o que utilice la impresa de la institución que representa para imprimir material de su proyecto político.
La tradición política nos ha enseñado que quien adversa a un aspirante, aún estado dentro del mismo partido, tiene que ser constante, crítico y coherente en su discurso, para de esa forma lograr la cantidad de adeptos que le permita alcanzar la candidatura presidencial. No obstante, el hecho de ser parte del engranaje gubernamental a cambio de un salario, obliga al aspirante a ser permisivo y tolerante con lo que está mal.
Si el ex ministro de Medio Ambiente tiene o no tiene estructura a lo interno del partido morado que le permita enfrentar al expresidente Leonel Fernández, a Margarita Cedeño o, quizás a propio presidente Medina no es motivo de preocupación para ningún sector de la sociedad. Lo que si la sociedad ha visto con buenos ojos es su decisión de dejar el cargo público para iniciar su carrera en busca de convertirse en la oferta electoral peledeista en el 2020.