Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO Alianzas y remiendos en la política

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Por: Rafael A. Escotto

 

Siempre que alguien recurre a arreglar una remua con parches existe la posibilidad de que la ropa no quede del todo  bien, porque los remiendos rompen la unidad que le dio prestancia y fuerza al diseño original. Por ese mismo fenómeno, los partidos políticos en América Latina que se han formado de remiendos, por algún lado del zurcido podrían romper la armonía y, entonces, por el roto comenzaría a verse la parte que el parche ocultaba.

 

El remiendo es algo provisional, o sea, no es durable. Además, tiene la particularidad de que al ser algo añadido, algo que no es propio de la composición original del partido político al cual se ha asociado; este hecho no le da adherencia verdadera a la organización matriz, por lo que transcurrido cierto tiempo, que haya adquirido la fuerza que aparentemente necesitaba para mantener su legitimidad electoral, se desprende de la nave nodriza. 

 

Según el escritor, poeta, dibujante y dramaturgo boliviano perteneciente al realismo mágico, Jaime Sáenz, en la lengua aymara a ese acto de cargar a los partidos pequeños en su espalda se le llamaría «aparatita», o sea,  ‘el que carga’. 

 

Los remiendos o alianzas en los partidos políticos se parecen a la planta Mala madre, cuya propiedad es tener miles de hijos o clones de una manera asexual pegados a los extremos de las hojas que caen de la madre al madurar.

 

No obstante, cuando esta clase de remiendo político toma fuerza se va desprendiendo del vínculo al que tuvo adherido y por el cual mantuvo su legalización ante la Junta central Electoral como partido político. 

 

Normalmente, estos remiendos o clones cuando son liderados por un personaje calculador, con una agenda política oculta debajo de la manga y con raigambre en los sectores sociales, económicos y políticos,  casi siempre se vuelven contra el partido que lo acogió, por cuestiones políticas, por «generosidad» democrática o por existir  entre ambos un contrato  político-electoral solapado a futuro. 

 

Quien posee lideratos más o menos fuertes con un partido político pequeño, siempre piensa que el solio presidencial le pertenece a él y solamente a él y a nadie más, sobre todo, cuando se percata que su  ascendencia en determinado segmento de la población podría ser utilizada como catapulta para lanzar su candidatura.

 

Comúnmente, el partido remiendo o aliado inicia un proceso soterrado de oposición contra aquel que le ofreció refugió en los momentos difíciles de su vida política o cuando más necesitó de apoyo. 

 

Por lo general, las organizaciones políticas pequeñas se aferran a la idea de que el partido más grande obtuvo su triunfo por el apoyo que los pequeños le brindaron. Esta noción, aunque en la mayoría de los casos pudiera ser aceptada, en algunos casos no es factible. El partido aliado no debe medirse por su tamaño sino por la cualidad y apetencia de poder del líder que lo encabeza.

 

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