Por: Rafael A. Escotto
«Para un auténtico escritor cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que él intenta algo que está más allá de su alcance».
Ernest Hemingway
No cabe duda que el subtítulo de la voluminosa obra «Estudio de una figura excepcional» compromete a los estudiosos de los movimientos literarios en sus distintas épocas a estudiar y coloca al acucioso lector a ejercitarse en la esfera intelectual haciendo calistenia en la espesura de este enjundioso libro, cual es el tomo I, de la autoría del distinguido intelectual, escritor santiagués y amigo Cabral de la Torre.
El solo hecho de proponernos hacer este intento de internarnos en los fundamentos filosóficos de este primer tomo, de 784 páginas, es suficiente ocupación para cualquier ansioso lector que busque ampliar conocimientos nutriéndose de abundantes observaciones y anotaciones bibliográficas a las que ha recurrido su autor para sustanciar su producción literaria alrededor de la vigorosa figura de Joaquín Balaguer.
Hurgar en la personalidad, vida literaria y política de un personaje tan sorprendente, multifacético, incomprendido y calumniado como Balaguer exige del escritor que se haya propuesto tan pesada tarea una enorme dosis de talento, de esplendidez y de objetividad para evitar que sus emociones, negativas o favorables, no lo lleven a abordar aquellas zonas erróneas que podrían desorientar su propia visión sobre el personaje objeto de estudio.
Balaguer fue uno de esos personajes de una naturaleza fuerte que seduce y disuade; posee una personalidad como escritor y poeta cuyo estilo de escribir es sumamente elegante y preciosista. Por haber ejercido por tanto tiempo la política y el arte de gobernar tiene sus críticos y a la vez sus partidarios. Ambos grupos suelen ser vehementes.
En este libro Cabral de la Torre destinó tiempo, recursos económicos y energías creadoras para entregarle a la sociedad o al mundo intelectual una copiosa obra digna de admiración, por la rigurosidad de su contenido pedagógico y una prosa que garantiza una lectura refrescante y amena. Fue editado por Editorial Opus, de San José de las Matas. Además, la presentación de este tomo es moderna y el color sobrio de su cubierta refleja el carácter serio, imperturbable y, sobre todo, revela confianza en el personaje central de la obra.
En su mensaje de presentación, en la página 11, Cabral de la Torre hace una interesante excepcionalidad de tipo político con su personaje dándole a la obra un contenido histórico y, a la vez, educativo.
El autor hace una especie de salvedad a este respecto: «Muchas de las grandes figuras presidenciales que condujeron los destinos nacionales se deslizaron por la pendiente de adaptar la constitución a fines continuistas», y menciona entre ellos a Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres, Horacio Vásquez y Rafael Leónidas Trujillo, articulando a Joaquín Balaguer en un aparte: «por ser este objeto de mi estudio de la obra y tener una visión conservadora, bonapartista ilustrada, de cortesano de la Era de Trujillo, imbuido por su irrefrenable posición para mandar».
Yéndome un poco más profundo dentro del texto del distinguido autor del libro titulado «Joaquín Balaguer», el autor intenta hacer una ingeniosa separación entre los límites de su cosmovisión y el intelecto del hombre.
Quiero pensar que Cabral de la Torres intentó, con cierto éxito, de atravesar el umbral estelar que lo llevaría a la transitoriedad de la vida del personaje de su obra con el objeto de mostrarle al lector el mundo mágico, kármico, si se quiere, que envolvió la figura de Balaguer, nutriéndose de la energía que hizo de él un ser humano inmensurable a partir de su actuación política y de su creación intelectual.
Conceptualmente, todo escritor que sabe escribir —como es el caso de Cabral de la Torre— tiene que cuidar bien el personaje central de la obra, porque está consciente que está haciendo un acto de comunicación y, a su vez, está enviando un mensaje a la sociedad. Dijo Gabriel García Márquez que «el escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar».
Pensemos en esta frase del escritor portugués José Saramago: «Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar». En este libro Cabral de la Torre se nos presenta, quizá, persuadido del pensamiento del escritor francés Joseph Roux, cuando este último expresó: «Hay dos clases de escritores geniales: los que piensan y los que hacen pensar».
Lo paradójico de este libro está en su personaje central, Joaquín Balaguer. El hecho mismo del título pone al lector a pensar y, no solo esto, invita a meterse de lleno en su asombrosa frondosidad literaria y, sobre todo, en su historicidad, lejos de convertirnos en un lector impertinente creyendo o no que su autor está reivindicando la figura política de Balaguer.
Balaguer fue y seguirá siendo lo que fue: un político y un escritor brillante, por lo tanto Cabral de la Torres no tiene que colocarse en una posición reivindicativa de su personaje, las actuaciones poco dignas de algunos de los que han ejercido el poder luego de su fallecimiento son quienes hacen que buena parte del pueblo dominicano valore afirmativamente su pasado.
He querido hacer de este artículo, además de un elogio al autor Cabral de la Torre como escritor, un estímulo para que sirva a manera de impulso a otros escritores a dedicarle tiempo a la escritura de edificación cuyo contenido nos lleve a la construcción de un hombre nuevo en democracia, de ideas transformadoras de la sociedad. Este libro «Joaquín Balaguer. Estudio de una figura excepcional» parece cumplir con este anhelo.
Yo, mientras leo la obra de Cabral de la Torre, me regocijo y honro esta frase de Federico García Lorca: «Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan solo ahora la hemos de gozar».