Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO: El poder inmenso de la fe

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Por: Rafael A. Escotto

 

Los días de asueto religioso y de fidelidad patriótica que acaba de vivir y celebrar el país (República Dominicana) que comenzó del 21 al 24 del mes de enero,  le permiten  a los dominicanos hacer un retorno espiritual al significado que tiene el poder inmenso de la Fe en una sociedad, una sociedad como la nuestra, que hace enormes esfuerzos por no caer en la apostasía a pesar de que ha estado siendo empujada por distintas vías a alejarse de las virtudes para que acepte los vicios contra natura.

 

Hoy día, por los vicios o inmoralidades la sociedad está perdiendo su carácter y la fortaleza que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. 

 

El vicio o la corrupción es un mal hábito, la virtud es un hábito bueno. “La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien”. Las virtudes y los vicios forman el “carácter” de una persona, explica el profesor de filosofía en el Boston College  de Massachusetts Peter Kreeft, en uno de sus interesantes cuadernillos en los que trata sobre «Virtudes y vicios.»

 

El acto de fe simboliza una esperanza, una esperanza que la puede tener un cristiano, un budista o un predicador. La atleta estadounidense, especialista en pruebas de velocidad y vallas Yolanda Gail Devers, recomienda mantener tus sueños vivos. Y agrega, que para lograr cualquier cosa requiere fe y creer en ti mismo, visión, trabajo duro, determinación y dedicación. Y nos recuerda que todo es posible para aquellos que creen.

 

Decía el novelista ruso  y autor de la novela «La muerte de Iván Ilich», León Tolstoi, que «la fe es el conocimiento del significado de la vida humana. Y, enfatiza que la «fe es la fuerza de la vida.» 

 

¿Por qué el pueblo dominicano necesita la fe? «Porque este mundo –según el apologista católico Peter Kreeft y autor de varios libros, incluyendo ¨Refutación del relativismo moral¨ y ¨Filosofía en el reino de Jesús¨-, está lleno de muerte. Y nosotros también lo estamos y cada nación.»

 

Hoy vivimos, – continua explicando el profesor Peter Kreeft  hablando sobre la fe -, en lo que el Vicario de Cristo ha llamado la  ¨cultura de la muerte¨, una cultura que mata niños antes de nacer y mata la niñez tras nacer, mata la inocencia y la fidelidad y familias. Y, seguidamente se pregunta: ¿Cuál es la respuesta a esta cultura de la muerte? La fe es la respuesta.

 

Me da en pensar que el pueblo dominicano ha perdido o está en ese camino peligroso de perder la fe. Dice san Agustín que «la fe es creer lo que no ves; la recompensa de esta fe es ver lo que crees.» La fe muestra la realidad de lo que esperamos, es la evidencia de cosas que no podemos ver. 

 

El poeta nicaragüense Rubén Darío escribió un poema sobre la fe en el que advierte: «En medio del abismo de la duda/lleno de oscuridad, de sombra vana/hay una estrella que reflejos mana/sublime, sí, más silenciosa, muda.

 

Ella, con su fulgor divino, escuda/alienta y guía a la conciencia humana/cuando el genio del mal con furia insana/golpéala feroz, con mano ruda.»

 

En este periodo de cuatro días en el que el alma reposa y en los que se espera que los dominicanos miren con fervor cristiano hacia la virgen de la Altagracia y, además, que reflexionen en la obra patriótica de Juan Pablo Duarte. 

 

Piensen quienes gobiernan este país tan solo en estas palabras del patricio donde están plasmados con sus vos de oro los principios de justicia social, justicia económica y distributiva equitativa de la riqueza de la nación y todas las demás libertades individuales y políticas: 

 

“La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”.

 

Quiero exhórtale a los dominicanos a través de este trabajo, sobre todo, a los que se resisten a no perder la fe y desean mantenerse aferrados a la virtud, que el ser humano virtuoso vive una vida alegre y buena. 

 

No debo terminar este artículo especialmente escrito en estas dos fechas tan especiales, sin dejarle a una parte del pueblo sin fe y sin virtudes, una expresión del escritor francés Antoine de Saint-Exepéry, pues en ella encontraran la sorprendente belleza del desierto: «Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.»

 

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