Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO: Enrique Pérez y Pérez, in memoriam

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Por: Rafael A. Escotto

 

 A los familiares e hijos (as) del General Enrique Pérez Pérez: Mantengan viva la imagen de su ser querido.

Uno de estos días tenía la sana intención de visitar para saludarle, al general retirado Enrique Pérez y Pérez. La pandemia se interpuso a este deseo individual.

Usted podrá albergar animosidad, justificable o no, contra este caballeroso general del Ejercito de la República.  Pero eso es usted. Yo no tengo por qué asociarme con sus sentimientos negativos ni con su parecer personal. Usted escoge como amigo, o como esposa a la mujer que desee. También esa es su particular decisión. Y eso no impide que nuestra amistad individual, la suya y la mía, se deteriore. Hay un dicho Jasídico, el cual es una interpretación mística, que dice: «Aquel que busca un amigo sin errores nunca tendrá uno.»

El sábado nueve de enero me tropecé en la prensa con la infortunada noticia de la muerte de mi amigo Enrique Pérez y Pérez, a causa de una patología sin ninguna causa externa. No sé. Pero podría haber sido por la aparición repentina de una parada cardiaca en una persona que aparentaba tener un buen estado de salud. Toda muerte es un sentimiento doloroso. Enrique Pérez y Pérez tuvo una muerte física en la que el cuerpo se separa del alma. En esta clase de muerte el alma vive un proceso de descomposición y el espíritu perdura una vida eterna.

No es usted ni yo quien tiene que ver con la salvación de quien muere, es Dios que invita a todos los individuos a salvarse y a subir a los cielos para estar junto a Él. Usted no es libre de decidir, es Él. El ser humano nace, vive, se reproduce y muere. El ser humano no esta preparado para vivir su propia muerte ni la de su familia o amigo.

Sépase bien, que la muerte causa una infinidad de sentimientos negativos, como dolor, abatimiento, angustia, tristeza, desconsuelo y desamparo. No importa quien usted haya sido, papa, rey, predicador religioso o evangélico, presidente de naciones, conductor de ejércitos, héroes, escritor famoso o poeta, su espíritu va a tener un encuentro con Dios para someterse a un juicio final.

Existen tres posibilidades de salvación según la Biblia: ir al cielo en compañía de Dios, al purgatorio para lograr el perdón de Dios o el infierno que es la condenación eterna.

Don Enrique Pérez y Pérez, en vida fue mi amigo, lo confieso; así fue que cada vez que yo venía al país desde los Estados Unidos, me recibía con finura, distinción que era reciprocada por mí.

Cuando me recibí de abogado y me juramenté en Washington, D.C., ante el expresidente George Busch, padre, Pérez y Pérez me llamó para felicitarme. Le agradecí su cortesía. Recuerdo que invité a mi amigo y abogado dominicano Mario Read Vittini, a mi aceptación como miembro de la Asociación Americana de Abogados. Don Mario ocupaba la función en Washington de representante de la República Dominicana ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

¿Que cómo le conocí? mucho tiempo antes de graduarme de abogado. Me lo presentó su gran amigo fenecido y mío también, el naviero don Tito Mella, en un momento que vine al país a organizarle la empresa Agencia Marítima y Comercial, en la Avenida George Washington, frente al malecón de Santo Domingo.

Como poseo una Maestría en Administración de Puertos Marítimos, ocupé en Nueva York la posición de jefe de operaciones de la flota e barcos propiedad de la agencia marítima norteamericana TTT Ships Agency (sector privado), ubicada en la Calle Broadway, a un costado de la historia Iglesia Episcopal de la Trinidad, en el bajo Manhattan.

Nunca hablé con Pérez y Pérez ni de política, ni de sus funciones como general del Ejercito ni como jefe de la Policía Nacional.

Al cabo de unos años, fui designado por el exgobernador de Nueva York Mario Cuomo, padre del actual gobernador de este Estado Andrew M. Como, abogado de la entonces Obras Públicas de dicha Estado, hoy Departamento de Transportación del Estado de Nueva York New York, Regional de Long Island City (conocido por las siglas en inglés NYSDOT).

En otra ocasión volví al país  ya retirado de aquellas funciones, y ocupé la subdirección Ejecutiva de la Autoridad Portuaria Dominicana (APORDOM), en el gobierno del Doctor Leonel Fernández Reyna. En la ocasión era secretario de la Presidencia el Licenciado Danilo Medina Sánchez, luego, presidente de la Republica. Me correspondió organizar el sistema portuario nacional junto con otros técnicos locales y, sobre todo, evaluar y rediseñar todo el sistema operacional. Entre esas funciones  me tocó, al mismo tiempo, adecentar la Terminal Turística de Sans Souci en la margen oriental, así como el Puerto de Santo Domingo, en la margen Occidental, entre otras funciones técnicas.

Conversando con Albertico Rogers, agente naviero  hoy fallecido, en presencia de Milo Jiménez y el jefe de Cartografía de la antigua Marina de Guerra Dominicana, hoy Armada Dominicana, Capitán de Navío de apellido Valdespina. Les sugerí que para intensificar la llegada de buques cruceros por Puerto Plata, no se podía  continuar dependiendo del viejo puerto, puesto que algunos capitanes me había expresado  en Nueva York, que se le hacía difícil la maniobra de atraque y desatraque en periodos de grandes lluvias por la fuertes corrientes submarinas y los vientos alisios que soplan fuertes  en verano.  Les dije que el puerto natural debía ser Bahía de Maimón, donde no hay problema de sedimentación y buen calado.  El tiempo me dio la razón.

Esta idea la conversé también en una ocasión con el general Pérez y Pérez. Me dijo: «Muy buena propuesta. Escríbela y de paso háblate con tus amigos Federico Schad y con Máximo Mella.» «General, usted sabe, yo prefiero regresar a los Estados Unidos, allí fue donde me formé profesional e intelectualmente. Por el momento ese proyecto tiene mucha oposición entre algunos agentes navieros de la capital, lo misma pasa con Manzanillo, le expresé.

En razón a que yo procedía  del sector privado, solio visitar como ejecutivo naviero el Club Atlético de Nueva York, un club privado fundado en 1868, donde nos reuníamos los gerentes de barcos tanto de carga como cruceros lo que me facilitó cosechar muy buenas relaciones con los propietarios o armadores de barcos. Relaciones que luego utilice para favorecer a la Republica Dominicana.

Tanto es así, que en una ocasión invité al general Pérez y Pérez, así como a Almirante Ramón Emilio (Milo) Jiménez hijo y otros altos oficiales de la Marina de Guerra a bordo del buque crucero Nordic Spring, para participar junto al expropietario y heredero de la Cervecería presidente (República Dominicana), el señor Stuart, a un ágape especial organizado por el capitán del buque, de nacionalidad noruega, a quien yo conocí, precisamente en el Club Atlético de Nueva York. El general Pérez y Pérez siempre me agradeció aquella invitación.

En otra ocasión invite al general Pérez y Pérez, quien era a la sazón jefe de la Policía Nacional y otros oficiales superiores de la marina dominicana para que nos 

 

acompañara junto a la embajadora norteamericana de la época y oficiales estadounidenses adscritos a dicha embajada en Santo Domingo, a subir a bordo de un buque de guerra norteamericano que se hallaba fondeado en alta mar, por no poderlo hacer en San Souci por falta de calado suficiente.

Recuerdo que tuvimos que trasladarnos del Puerto de Santo Domingo en un bote de la US Navy con la bandera de Estados Unidos hasta la nave a un brunch (desayuno) con la oficialidad y el capitán. El capitán de la nave nos dio un pequeño tour en el cual yo fui el intérprete. Otro acontecimiento que le agradó al general Pérez y Pérez y a los demás oficiales dominicanos fue haber tenido la oportunidad de conocer y oír la explicación sobre los usos de armamentos sofisticado de primera generación.

El capitán norteamericano quien ostentaba el rango de vicealmirante, quiso que yo le acompañará como una especie de edecán, a un paseo por la Atarazana, que son edificaciones pertenecientes al siglo XVI, transformadas hoy día en galerías de artes y joyerías. El vicealmirante, oriundo de Virginia, Estados Unidos, siempre mantuvimos comunicación hasta su fallecimiento.

Siempre tuve el consejo prudente y objetivo del amigo Enrique Pérez y Pérez, cuyo fallecimiento lamento y desde mi retiro le envío mis más sinceras condolencias a sus hijos y familiares. Paz a su alma.

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