Por: Rafael A. Escotto
«Es difícil vencer a una persona que nunca se rinde». Babe Ruth
Santiago de los Caballeros como ciudad regional y central ha tenido que enfrentar múltiples ensañamientos de algunos pobladores del Distrito Nacional por variadas causas. Los nativos del Cibao tienen muchas anécdotas desagradables o agradables que le han sucedido en Santo Domingo por el hecho de ser cibaeños y por ser personas amantes del progreso, individual y colectivo, y, por otros motivos que no vienen al caso señalar en este trabajo.
Siempre sucede que cada vez que el equipo de béisbol Aguilas Cibaeñas ha traído la corona de la Serie de Béisbol del Caribe al nido de las águilas (Santiago), desde la ciudad capital han salido voces pretenciosas queriéndole negar, con subterfugios caprichosos, a los cibaeños el derecho de celebrar en su propio terreno de juego el triunfo obtenido en campos extranjeros.
Los argumentos de los capitaleños van desde una supuesta faltas de comodidades y deficiencias de habitaciones en los hoteles de Santiago hasta la distancia de cuarenta y cinco minutos o menos entre Santiago y los hoteles de Puerto Plata y viceversa, para alojar a los peloteros. En ningún momento los flechazos envenenados de los capitaleños se han referido a las condiciones inigualables del moderno Estadio Cibao ni del entusiasmo de la fanaticada de esta rica y progresista región.
Todos los comentarios anteriores son formas desdeñosa fruto de personas envidiosas que se molestan con el triunfo de otro aunque ese otro sea del propio país. El Cibao como territorio norteño no es culpable de producir personas de éxitos socioeconómicos que han impulsado el desarrollo de la región, ni tampoco haberle dado al país presidentes que han sido exitosos en la administración de los bienes públicos.
Cuando el triunfo en series del Caribe ha caído, por ejemplo, en poder del equipo Licey, los santiaguenses o cibaeños que simpatizan con este conjunto suelen fletar cómodos autobuses para ir a ver el juego de su preferencia al Estado Quisqueya Juan Marichal, en Santo Domingo.
Entendemos que el fanatismo deportivo es una pasión absurda que inocula al fanático de defender los colores de su equipo de pelota, de futbol, de tenis o de ping pon. La persona fanática piensa que su equipo siempre es el mejor; esa clase de creencia se vuelve dogmática. Es una especie de caciquismo territorial de creerse que son poseedores de la única verdad, sin valorar la predilección de la diversidad.
El próximo torneo de la Serie de Béisbol del Caribe debe celebrarse en Santiago de los Caballeros, sin politiquería, más bien por existir antecedentes económicos y sociales de una fanaticada que responde con pasión febril a este deporte. Lo de falta de habitaciones y comodidades hoteleras es solamente un asunto incidental usado para alegar cuestiones que carecen de sentido.