Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO: Los 30 años de PROCIGAR

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Por: Rafael A. Escotto

 

“¡Qué felicidad, el fumar! Tal vez el mayor bien que debemos al descubrimiento de América.” SIR ARTHUR HELPS

Hendrik Kelner

Aquel día desde las tierras tabacaleras del lujuriante Cibao, unas hojas de inconfundible fragancia de la cual el cigarro arranca reunida en hermoso y digno agasajo estuvieron el presidente y la vice juntos a los empresarios tabaqueros celebrando con Júbilo razonable los treinta años del cigarro.

En la ocasión se vieron orondos los productores de cigarros dominicanos, tenía que ser de esta manera: en PROCIGAR festejaban en alegría inconfundible la fiesta de los puros y el éxito mercadológico de sus mezclas.

Una vez un poeta, de esos que de fumar cigarros gustan escribió con el aroma y la casticidad de su literatura, que toda el alma resumida/cuando lenta la consumo/entre cada rueda de humo/ el cigarro dice luego/por poco que arda a conciencia/la ceniza es esplendor/del claro beso de pasión.

Los treinta años memorables de PROCIGAR ¡Cuanta gallardía allí se reunió a celebrar y a fumar puros en hermosa francachela!

Solo en el ágape faltó el cigarro del premier británico, pero yo complacido lo traigo a la zaga, en mis manos una copa de licor, en mi espíritu la certidumbre.

Habló Churchill ufano un día al mundo: «Fumar puro es como enamorarse. En primer lugar, se sienten atraídos por su forma, te quedas por su sabor y siempre se debe recordar, nunca dejar que la llama se extinga.”

Un cigarro hace placentera la vida, donde la llama es hégira, todo es el tabaco, fumar es un placer, canta en serenata la Montiel a Kelner:

«Fumando espero al que tanto quiero, tras los cristales de alegres ventanales. Y mientras fumo, mi vida no consumo porque flotando el humo me suelo adormecer…”

Se degusta el vino añejo con el placer de un monarca, como se goza una bocanada de una buena mezcla de cigarro y PROCIGAR en las fábricas agiliza sus manos milagrosas, entre capa, tripas, sabor a miel y un buen bolero, el cigarro vuélvese éxtasis en los labios y sublime expresión de majestad y calidad suprema le pone a la ocasión.

Expresó el respetable George: «fumo puros y bebo whisky» y vivió el gallardo comediante en suma placidez noventa y nueve años nada más. El cigarro siempre acompañó al artista mientras las mujeres a su lado venían entre júbilo y gloria débanles besos al fascinante Burns.

La fiesta a Kelner muy bien le quedó, los treintas de PROCIGAR sumaron reputación y fama al altar glorioso y merecido del tabaco aquel día, así en versos escribió el jurista y dramaturgo francés Thomas Cornielle al tabaco:

«Diga lo que diga Aristóteles y su docta cábala, el cigarro es divino y no hay cosa que se le iguale» a los tabacos cosechados en el hermoso valle del Cibao donde Kelner y Procigar hacen magias elaborando cigarros dominicanos que cautivan con su excelencia a sultanes, a jeques y también a príncipes de lejanas monarquías.

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