Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO: Tirso Mejía Ricart, in memoriam

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Por: Rafael A. Escotto

 

El día que falleció el doctor Tirso Mejía Ricart los árboles lucían estático. De sus ramas  se oía solo un suave murmullo. Lo inerte tiene que ver con la muerte. El poeta peruano Abraham Valdelomar Pinto,, también conocido como el conde de Lemos, escribe: «El barco va a manera, sobre el mar inestable, de un cansado titán que buscará su lecho y el viento entre las jarcias silba agudo, a despecho de la hélice que gira veloz e inexorable.»

Al conocer la infausta me quedé triste, como la vida de un lago y la brisa que espía la tristeza de las rosas, al decir del poeta mexicano Salvador Novo, no obstante, la rosa del peciolo, lo que canta dormido es tu canción verdadera, que se quedó sola y callada tras la muerte de Mejía Ricart.

Por la noche, soñé que las flores caían de la rama y no florecían destrozadas por el viento sacrílego; los días que fueron, las tardes que cayeron presas del crepúsculo o la muerte que se sienta en la montaña, la muerte que abre el ventanal o la que apaga el engaño., muere en el fondo del alma.

Desde la distancia veo a Tirso  Mejía Ricart vivo aun, prendido de la vida con una lámpara porque la noche ha llegado absorta y gris, sentada a orilla de la vida. Su rostro fatigado y asolado, es al parecer largo el trayecto por recorrer; sendero horroroso el de la muerte que dejará corazones de hijos, familiares y amigos estremecidos.

La mirada oscurecida, huellas contraídas en las manos, es que Tirso, dejó sembrada la tristeza en miles de compañeros. ¡Cuántas vidas cercenadas en la tierra! ¡Cuánto horror en la vida! La extraña pandemia se desató mugiendo, irritante.

Tirso Mejía Ricart falleció, su alegría quedó examine a su partida, el ruiseñor que cantaba en su ventana extravió su canto, solo sus recuerdos y su literatura quedaran imperecederos prendidos como lianas en los corazones de la Patria afligida. Paz a su alma.

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