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ECO DESDE EL MONUMENTORecital: Lucia y otros florilegios

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Por: Rafael A. Escotto

 

A Luis José Rodríguez,  Braulio Rodríguez, Marlon Anzellotti González, Luis Rafael  Arzeno Perdomo, Frank Peña, Adalberto A. Ramírez, José Minaya, Luis Genao, Jhonny Guerrero, Cesar Escoto Gómez y Oneyda Mejía

Las luces del teatro se apagan. La sala está repleta de público. Se ha anunciado la puesta en escena del recital: Lucia y otros florilegios del afamado escritor y poeta Joaquín Balaguer para la celebración de los ciento quince años del nacimiento del también ensayista y orador dominicano.

Lograr una estructura dramática que coloque a un solo actor como el centro de atención de todo un montaje es complicado y pocas veces consiguen tocar fibras internas en el público, ser memorables y pasar a la historia.

Entre los monólogos más conocidos descubrimos que Shakespeare puso dentro de sus obras completas algunos ya célebres, como es el caso de Hamlet y Julio César; luego nos topamos con realizaciones que han colocado todo su desarrollo sobre los hombros de un solo intérprete y se han ganado un trono dentro del mundo de los escenarios.

En Hamlet, conocido por la línea con la que parte: “Ser o no ser”, el discurso de Hamlet en el Acto 3, Escena 1, lo tiene él contemplando su vida triste y tratando de decidir si la muerte sería una salida más fácil. En Julio cesar, Marco Antonio presenta un panegírico de Julio César  sobre el asesinato del líder romano.

Entre los monólogos que más presencia han tenido en la historia del teatro en el mundo son:  Las manos de Eurídice, del escritor brasileño Pedro Bloch, El gorila, de Franz Kafka y Misterio Bufo, del actor y dramaturgo italiano Darío Fo, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1997. Otro monologo famoso es Muerte de un vendedor viajero” de Arthur Miller

La tarde vestía sus mejores galas para la ocasión en un cielo rutilante pintado de azul con nubes tan blancas que semejaban hermosas orlas. El Gran Teatro del Cibao por primera vez le rendía sus más altos honores al escritor que sonó y vio levantada esta magnífica edificación que acogería en sus bellas salas grandes obras de teatro y afamados musicales.

La obra Lucia y otros florilegios  se le confió al actor mejicano David Gaitán, bajo la dirección artística de Marcel Ricart. Por sus grandes registros en el teatro universal. El montaje de la obra dramática duró dos años para llevarla finalmente al teatro. No cabe duda, que Lucia hoy por hoy viene siendo el poema cumbre de Joaquín Balaguer, por la belleza de su canto, su estilismo y la elevación de su verso.

El dramaturgo subió a escena trajeado de negro con una capa o manto rojo de terciopelo y un sombrero de copa alto. El público revivió aquella tarde en la que una flor llamada Lucia abrió su pétalo para recibir a aquel afamado y galante príncipe azul de las letras nacionales, quien enamorado sutilmente trataba con su prosa robarle un beso perfumado a los labios de la hermosa Lucia:

 

Tan lánguida, tan leve y tan sublime,

cual de la luz el tímido temblor.

Es su pie que parece cuando oprime

que no tiene más peso que una flor.

 

El decorado, la parafernalia del escenario agregó una hermosa ambientación primaveral al recital y, sobre todo, le dio fuerza a la fantasía de aquella expresión amorosa en la cual el principie de la poesía continua atesorando versos sobre el alma envanecida de aquella piel de mujer transformada en flor:

 

En una flor debió de haber nacido,

y a veces se diría que su piel

es un velo traslúcido tendido

sobre su fino cuerpo de clavel.

 

La sala se derramó en una lluvia de aplausos intermitentes. La gente, de pie, vitoreaba al poeta: ¡Balaguer! ¡Balaguer! ¡Balaguer! Luego la sala vuelve a recoger sus emociones. Escucha al poeta suplicante, con sus dos brazos extendido hacia lo alto, en pos de ruego, se le oye decir en vos un tanto sutil:

 

Y a través de su carne transparente,

como a través de un vaso de cristal

se mira dilatarse la corriente

de su sangre de púrpura ducal.

 

El recital termina con unos versos del poema Amor tardío, del propio Balaguer, que evocan  una especie de última ternura del insigne vate:

 

Fuiste mi último amor, amor tardío

última llama que en el pecho arde

última flor en el erial vacío

última luz al expirar la tarde.

 

El actor mejicano David Gaitán hace una dramatización impresionante del poeta Joaquín Balaguer en Amor tardío, cuando en su última línea se desliza sollozante, colocándose de rodillas le dice, con un clavel apretado en sus dos manos, asido al corazón, como si pretendiera que ella oyera sus recónditos latidos:

 

Amé con ilusión tus veinte abriles

pero en mi vida, que sin luz fenece,

ya no hay arranques de pasión febriles

el sol que te ofrecí, no resplandece

y mi amor, en tus huertos juveniles,

es ya, como un rosal que no florece.

 

El público se pudo de pie reverenciando la grandeza poética  del escritor antillano y, al mismo tiempo, elogiando la superioridad escénica del actor mejicano David Gaitán así como la inigualable recreación o adaptación de cada una de las escenas logradas por Marcel Ricart, las cuales sirvieron de marco esplendoroso al recitar Lucia y otros florilegios.

 

Con este trabajo, he tratado de hacer un esfuerzo para llevar a mis lectores a pensar sobre lo que una metáfora bien ideada puede reproducir en la imagen de seres humanos que no pensaron nunca asistir a un recital poético que solo existiría como algo «real» en la fantasía de quienes escribimos para encantar a nuestros semejantes.

Se habrán dado cuenta que he dejado que el noble poeta santiagués Joaquín Balaguer cabalgue  en un caballo hecho de versos, como Lloyd Byron, en su caballo de madera o igual que Neruda en su caballo de los sueños sin dejarme seducir por sus fuerzas políticas que galopan instintivamente en el interior de su cerebro en una especie de competición diferenciada la una de la otra con el mismo grado de pasion. Espero que le haya gustado mi trama.

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