Opinión

El canciller Miguel Vargas

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Por Emilia Fernández. La autora es abogada y dirigente del PRD

Rep. Dom. -Nadie, en sano y lúcido juicio (que no sea el necio de siempre ni el payaso de la palestra), y más después de lo acontecido en las Naciones Unidas, nadie puede negar o desconocer los aportes a la democracia del canciller de la República, Miguel Vargas, desde el mismo momento en que fue designado en la importante posición por el presidente Danilo Medina. Certera designación y certeros los logros; conquistas que son aportes a la institucionalidad y al desarrollo nacional. Desde entonces la República Dominicana es más grande y más ancha en el panorama de las naciones que conforman el universo. Como país, con mercados crecientes y clases sociales ascendentes, somos más respetados y tenemos mayor audiencia, mayores mercados, y nuestras relaciones con otras plazas comerciales.

Después de representar al país con esa notable participación en la ONU, el ministro Vargas regresa al país con una carpeta de amplias e indudables conquistas. Destacan las agencias de prensa internacionales la activa y lúcida comparecencia en la reunión de los países a integrar, desde enero próximo, el importante consejo de seguridad de la ONU. No habría, ciertamente, mucho espacio para enumerar, pero de esos cónclaves debemos señalar y sentirnos orgullosos como nación y como pueblo, de varias, como la Reunión de los miembros del Presidium y de Jefes de Estados miembros de la Internacional Socialista, fortaleciendo unos viejos y cordiales vínculos con esta histórica organización en la propia sede de la ONU; aquellas tendentes a procurar un mayor flujo de turistas, junto a representantes de diversos países latinoamericanos y caribeños suscribiendo el Acuerdo de Escazú, un pacto vinculante en la política ambiental de la región mediante el cual se establece desarrollar programas y mecanismos a los defensores en asuntos ambientales. Asimismo, la firma de un Memorándum de consultas políticas con el canciller de Serbia, y las fructíferas sesiones de trabajo con el ministro de relaciones exteriores y con la primera ministra de Bulgaria.

Es indudable que en los dos años que el ingeniero Miguel Vargas tiene como responsable de ejecutar la política exterior, siempre diseñada por el Poder Ejecutivo, el país se ha abierto nuevos mercados debido al establecimiento de relaciones con naciones incluso africanas. Ejemplo de esto es la firma del acuerdo que establece relaciones con naciones tan distantes como Burundi, país africano poco conocido en las Antillas, así también la apertura de relaciones recientes con otros países. Tampoco hay que dudar que, en el marco del 73 período ordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, brilla con mayúscula importancia el encuentro bilateral con el ministro de Estado para la Mancomunidad y las Naciones Unidas del Reino Unido.

Entrega, coherencia y disciplina; delicadeza y criterio son algunos de los conceptos con los que se podría definir la gestión del ingeniero Vargas en tan importante ministerio. Durante el tiempo en que la República ostentó la presidencia Pro-Témpore de distintos organismos pudo desarrollar una amplia agenda difundiendo al país, trayendo nuevos inversionistas, aumentando las exportaciones y, por consecuencia, fortaleciendo a la economía dominicana en cuanto a los fundamentales ingresos que permiten la aplicación y desarrollo de políticas nacionales tendentes al bienestar y el desarrollo. Ahí están, con toda la prensa como testigo, el amplio rosario de satisfacciones propias solo de un verdadero hombre de Estado.

Como bien ha señalado, con certeza, el licenciado Tony Peña Guaba, sería una infamia intentar desconocer el éxito de Miguel Vargas y su equipo en el ministerio de Relaciones Exteriores. Los partidos políticos y las organizaciones sociales necesitan de ciertos especímenes que muchas veces van por la vida arrastrando frustraciones y despropósitos.

Pero ¡Ay, de aquel que en su accionar y en su vida no tenga adversarios. Sabio es en demasía el refranero, y en transparente lenguaje dice, como la Santa Biblia, que sólo al árbol que da frutos le tiran piedras; no a los estériles. Y es, precisamente, lo que sucede con determinados hombres y mujeres que han definido y asumido posiciones. Las entidades políticas son organismos vivos que gravitan en las sociedades influyendo de manera determinante en el proceso histórico de las naciones y son, también, los medios más certeros en cuanto influir en la sociedad.

Pues todo éxito, todo triunfo tiene consecuencias y en la vida pública de las naciones los que construyen son los verdaderamente importantes, no los andan por ahí gimiendo como pequeños gatos, los rufianes, sin esa armas fundamentales que son la razón y las ideologías. Los calumniadores, sí, ésos que no han sido favorecidos por el destino y –pobres, muy pobres de solemnidad y mezquinos y parcos, cuánta pena- sin ningún arma que no sea el denuesto, el insulto, el ridículo o el hazme reír de los demás.

Habrá de llegar el tiempo –Dios delante- en que, precisamente por el trabajo de hombres públicos como Miguel Vargas, la sociedad ilumine a los derrotados por el éxito de otros, los que en lugar del diálogo civilizado y responsable acuden al denuesto y al invento con pancartas que dejan al desnudo la sordidez espiritual que anida en su interior.

Fue el genial y excepcional Don Quijote de la Mancha quien, con certeras palabras, dejó la sentencia: -Los perros ladran, Sancho; señal de que cabalgamos.

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