Opinión

El Castigo De Dios A Los Corruptos:

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Por Darío Nin.

Quizás al leer el título, la imaginación y el conocimiento previo de algunos pasajes de la Biblia, le ha llevado a Sodoma y Gomorra. Quizás al tiempo de Noé. Sin embargo, no me referiré a ninguno de esos episodios, ni tampoco busco en esta parte afianzar su fe y búsqueda de la salvación divina, amen de que el Señor en su soberanía así lo disponga.

No, mi intención es abordar a Josue 7 y el pecado de Acán. Este capitulo es la continuación del 6 y narra acontecimientos que se produjeron poco tiempo después de que el Señor le había entregado a Israel la ciudad de Jericó.

Recordaremos que Josue fue el líder continuador del liderazgo para el pueblo, a la muerte de Moisés. Éste último por sentencia divina sólo pudo ver de lejos la tierra prometida. (Dt.34:4)
Josue fue seleccionado por el mismo Dios, no recibió el endoso del liderazgo de su predecesor. Del mismo Dios recibió el mandato “De ahora en adelante tu estarás al frente del Pueblo. .” (Jos1:2) previa advertencia reiterada de que se esforzara y fuera muy valiente.

A pesar de este mandato, Dios a través del hombre de la espada desenvainada, le hizo una advertencia más; A la pregunta de Josue ¿Eres de los Nuestros o eres de nuestros enemigos? Este varón le respondió No. Ni lo uno ni lo otro. Estoy al mando del ejército del Señor y por eso he venido. Jos. 5:13 RVC)
Este mensaje parece que fue entendido por Josue, quien se postró y adoró.

En la respuesta del Angel, hombre o varón, hay un mensaje a descifrar, “no me considere tuyo; yo pertenezco a Dios y estaré contigo, siempre cuando tú le seas fiel al Señor”, correcto y justo. Eso así, por lo que aconteció más adelante con Acan en la toma de Jericó.

Josue había advertido al Pueblo que, durante la conquista o la toma, tuvieran el cuidado de no caer bajo condenación (anatema), que no toquen ni tomen nada de lo que estaba bajo maldición, para que el campamento de Israel no cayera también en maldición y sea destruido o perturbado. Jos. 6:18 (RV60 y RVC).

Un pueblo se conforma por hombres y mujeres y la integridad de cada hombre y cada mujer conforma la integridad del pueblo, el líder debe ser capaz de transmitir el mensaje inequívoco y asegurarse de que se cumpla, por el bien de todos. Un desliz, una indelicadeza o un acto de corrupción de un dirigente trae desgracia a todo el Pueblo.

Ni Josue, ni Israel fueron la excepción. Un Acán descendiente de la tribu de Judá, (hablando con un coloquial del patio), metió la pata, No obstante, a la advertencia, sustrajo un hermoso manto babilónico, doscientas monedas de plata. Y un lingote de oro de más de medio kilo (cincuenta ciclos), Jos:7:21.

El despojo anterior lo tomó para saciar su avaricia, o codicia, porque ni siquiera le dio utilidad alguna, sino que lo enterró, pero esa indelicadeza sumada a la errónea creencia del pueblo o sus líderes, de que Dios le apoyaría en toda empresa, llevó a los israelitas a confiarse y a atacar al pueblo de Hai; subestimando sus fuerzas, lo que le costó una derrota vergonzosa, a un pueblo que tenía enemigo por los cuatro costados debido a las constantes guerras, pero más, venían de destruir y conquistar una ciudad como la de Jericó, lo que mandaba el mensaje de que eran indetenibles, pero ahora, después de esa sonada victoria, se enfrentaba a una vergonzante derrota que hacia rodar según el temor del propio Josue, el nombre y la buena fama de éste. Por supuesto, viene el reclamo a Dios y Dios dio respuesta contundente, que por suerte para el pueblo y desgracia para Acán, Josue supo interpretar.

La reivindicación con Dios, vino cuando se castigó al culpable de la corrupción que ocasionó la afrenta.

Como ya conté. Josue, interpretando a Dios, ideó un método de investigar, por tribus, por familias y por varones, y así llegó hasta Acán, Descubierto Acan, Josue le dio la oportunidad de que confesara con la advertencia de que no trate de encubrir nada.

Acán, aunque no era íntegro, fue honesto en esta parte y confesó todo, incluso en donde estaba depositado. Admitido el pecado, recuperado los bienes y comprobado el ilícito, se ordenó aprehender a Acán, tomaron toda su familia, todos sus animales y todos sus bienes y los llevaron a un lugar determinado. Ya en ese lugar, Josue le explica a Acán, el por qué fue trasladado allí, le hace saber que fue el responsable de la derrota que sufrió el pueblo o la desgracia generada y lo sentenció a ser desgraciado ese mismo día. Todo el Pueblo le apedreó a él, a su familia y a sus animales y a sus cosas en ese instante. Luego le quemaron. Para que la acción no sea borrada de las memorias levantaron un montón de piedras para que permanezca en el tiempo. Ese lugar se le llamo desde entonces el valle de la Confusión o de Acor. Jos. 7:24

Todo esto debe llamarnos muchos siglos después a reflexión. Nuestro Padre de la Patria, lapidó la siguiente frase “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”
Y yo agregó que la traición no solo se da en las guerras, se da, al requebrar la confianza depositada, el mandato recibido o la respuesta esperada por el mandante. Se da, cuando hacemos uso irresponsable del depósito recibido, descuidamos por negligencia la misión de la institución en la que servimos y cuando pactamos contubernio en detrimento de quienes decimos representar o de lo que juramos Se da cuando abusando del poder obligamos, traficando con la miseria o necesidad de otros reclutar adeptos a causas indecentes.

Siempre he creído que el que ejerce la política tiene derecho a lucrarse honestamente, el obrero es digno de su salario y no se pondrá bozal al buey cuando trilla, pero de ahí al enriquecimiento descarado hay un trecho cuyos caminos deben conducir algún día a la afrenta publica y a la meditación en solitarias o celda de reflexión a los autores y cómplices en el lavado. Hoy no con la drasticidad de Acan y el método de lapidación o sea morir bajo el peso de las piedras lanzadas y luego el fuego. Hoy el Pueblo y la decencia se conforman con que sólo le caigan encima el peso de la ley y el fuego del escarnio público. Pero de que el castigo ha de venir ha de venir. Dios así lo manda, sino pregunte a Josue. Js7:25-29 Hasta la próxima.
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