Rep. Dom. -Sin lugar a dudas el Cooperativismo se ha erigido a través de los años como un gran catalizador del espíritu emprendedor. La Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale fundada a finales de 1844, es un ejemplo palpable de emprendimiento. Un grupo de obreros del sector textil británico, sintiéndose ultrajados por sus patrones deciden formar una empresa de propiedad en común, siendo esta la primera cooperativa en repartir dividendos a sus asociados.
Como este, existen miles y miles de ejemplos de emprendimientos forjados a través de los ideales cooperativistas. En países como España es muy conocido el cooperativismo empresarial, compañías donde sus propietarios son sus propios trabajadores que de manera solidaria han aunado esfuerzos y capital para desarrollar un rubro de la economía.
Un ejemplo palpable es sin lugar a dudas el modelo del Grupo Mondragón, un grupo empresarial conformado por más de 250 cooperativas independientes y autónomas, con presencia en más de 40 países que da empleo a más de 75,000 personas.
Las empresas cooperativistas en España, son más estables que las entidades capitalistas, pues destruyen menos puestos de trabajo, ya que el 80% son empleos de carácter permanente. El sector agroalimentario en casi un 50% está conformado por entidades cooperativas, como es el caso de la Cooperativa Agroindustrial de Transformación, uno de los mayores productores mundiales de aceite de oliva y aceitunas.
Muy cerca de nuestro país, en Costa Rica, tenemos el caso de la Cooperativa de Productores de Leche Dos Pinos, uno de los más grandes emprendimientos de la región y una de las compañías más diversificadas de Latinoamérica.
En el contexto local, el sector cooperativo ha sido fundamental en el apoyo a emprendedores de bajos recursos, que gracias a las cooperativas han logrado montar su negocio en condiciones muy favorables. Bajo un esquema diversificado, las cooperativas de ahorros y créditos de la región norte, han logrado canalizar recursos a los sectores productivos de sus comunidades, siendo un apoyo fundamental para su desarrollo socioeconómico.
Recuerdo muy bien el caso del joven emprendedor que gracias a un préstamo de la Cooperativa La Altagracia pudo concretar su sueño de instalar una empresa de juegos inflables en el sector de Gurabo, satisfaciendo una demanda no cubierta en la zona.
Así mismo, el caso de la joven emprendedora de la ciudad de La Vega, que a través del apoyo de la Cooperativa Empresarial La Concepción (Coopedac), ha consolidado una exitosa empresa de catering, con un servicio de gran calidad, y muy bien valorado en la provincia.
Así mismo, quién puede minimizar el impacto de las cooperativas de la línea noroeste como la Mamoncito, CoopGlobal y CoopBueno de Dajabón, CoopHalma en Hatillo Palma, y Sabaneta Novillo en la zona de Santiago Rodríguez, que han sabido ganarse el cariño de sus comunidades a través de la formalización de servicios financieros con sentido solidario.
En Santiago, tenemos el caso de la Cooperativa San Miguel, de la zona de Las Charcas y Sabana Iglesia, la Cooperativa Médica, y muchas otras más que han incidido sustancialmente en la formalización de miles de proyectos de emprendimiento.
Sin lugar a dudas, la genuina banca solidaria, ha sido por décadas, el tejido de cooperativas de ahorros y créditos, servicios múltiples y de producción, que emana de nuestras comunidades.
Por Manuel A. Fernández
Asesor Financiero
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