Opinión

El dilema de la calidad del sistema educativo dominicano

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Por: Pedro L. Guerrero C.

Lo que escribo, es para dejarlo asentado formalmente y sean testigos de lo dicho de mi afirmación, no lo planteare como pregunta, si no más bien como afirmación. Lo que quieran, me pueden preguntar por las evidencias. En la República Dominicana, los actores actuales, no importa el nivel que tengan, así como los tomadores de decisiones, no tienen la capacidad para resolver el problema de la calidad de los aprendizajes, en particular, en el nivel preuniversitario, aunque con mucho que desear, en el nivel técnico-profesional y Universitario.

No reconocer esa realidad, por una parte, de los que se han aprovechan del caos, sean actores públicos o privados, que siempre han estado, en estos últimos 60 años en el sistema, nos seguirá sumergiendo en la Ineficiencia e ineficacia. Esto es, gastar esfuerzo, dinero y tiempo, si producir resultados que justifiquen el costo-efectividad de la inversión en la educación dominicana.

Lo diré así: necesitamos de nuevos actores lamentablemente, aunque sean extranjeros, para abordar y resolver la calidad de los aprendizajes del nivel preuniversitario, que, por demás, es la base para formar personas decentes, con valores, conscientes de sus deberes y derechos y de la formación técnica-profesional y universitaria.

Ni los anteriores actores y los actuales entiende cómo resolver el problema. Solo se aprovechan, aunque cada actor por diferentes razones, de la incapacidad e Ignorancia del pueblo dominicano, que es el primero en no entender el desorden que tenemos. Solo tenemos discursos generales sin manejar los detalles de carácter conceptual, metodológico y operativos para revertir el orden de cosas que atentan con la calidad educativa dominicana. Esto incluye todo el sistema educativo de nuestro país.

Ni el gobierno, el sindicato, los actores privados, la comunidad, saben lo que hay que hacer para resolver el problema de la calidad de los aprendizajes del sistema educativo preuniversitario.

Hoy puedo decir, que la razón está relacionada a los intereses e ignorancia de los actores del sistema. Aunque en estas dos razones, los intereses, han nublado el esfuerzo sano por entender, capacitarse, para resolver el mismo problema.

La educación del S. XXI, tiene otros fundamentos y Código, con el gran problema, que nunca entendimos los fundamentos y códigos del pasado y mucho menos los de hoy.

¿Cuál es el problema de no reconocer que perdimos la capacidad idiosincrática para mover de forma cuántica la calidad de los aprendizajes y del sistema educativo dominicana hoy?

Por qué no reconocer que no sabemos hacer uso inteligente de los siguientes aspectos:

  1. De los nuevos fundamentos que determinan los aprendizajes, que ya han sido demostrados en otras latitudes y seguimos insistiendo en actores desfasados, públicos, privados y social para que conduzcan el destino y futuro de la educación dominicana, sin percatarnos del crimen social y colectivo de negarle oportunidad de esperanza futuro, sobre todo a los más pobres, cuya única oportunidad para tener una voz y aportar a la sociedad es la educación.
  2. Del uso inteligente de la tecnología de la información y comunicación para generar aprendizaje significativo y productivo, que aporten al bienestar colectivo y no solo individual.
  3. De los avances de la neurociencia cognitivas y la epigenética para maximizar el aprendizaje individual, grupal y social, que favorezcan nuevas conexiones, preserven la integración vertical y horizontal de los contenidos de aprendizajes, intensifiquen el aprendizaje con el contexto vivencial de los que aprenden y privilegien la diferenciación de las características idiosincráticas, sin dejar a tras a nadie.
  4. De romper con la segmentación, burocracia y la desconexión de los tres subsistemas educativos: el preuniversitario, técnico profesional y universitario.
  5. De la inversión en el gasto pedagógico versus los gastos operativos y administrativos.
  6. De no desconcentrar la labor de los centros educativos, para fomentar su creatividad, autonomía y competencia sana.
  7. De no desarrollar el liderazgo y capacidad de gestión de los directores de los centros educativos. No con cualquier formación, si no mas bien con el enfoque de la gerencia, enfoque y desarrollo del liderazgo del S. XXI.
  8. De no entender que tenemos un sistema de selección adversa en el sistema educativo, atrayendo a los menos calificados al sistema educativo, por tener un sistema de compensación y beneficios absurdo.
  9. De no entender que no podemos seguir descentralizando la formación de los docentes, con formadores de formadores que se educaron y formaron en el S. XX, beneficiando a centros de estudios universitarios, que invierten más en infraestructura física que pedagógicas y en la atracción de formadores de formadores sin la preparación necesaria para formar a los nuevos docentes del sistema educativo.
  10. De insistir en un pacto educativo que no aborda de forma sistémica, integral y de proceso el sistema educativo dominicano, pactando la solución de problemas, sin un enfoque del modelo educativo que necesitamos, a que realidad socioeconómica y política responder y el perfil del ciudadanos que debemos formar. Que haya sido consensuado, le puede dar legitimidad, pero no necesariamente aval técnico y científico, que es lo que necesitamos de un acuerdo por la calidad de la educación dominicana, aunque después lo legitimemos.

En fin, los actores de nuestro sistema educativo no quieren asumir, enganchados, en una inercia activa, esto es, BULTO, AYANTE Y MOVIMIENTO (BAM), que no tienen la capacidad y actitud para mover al sistema educativo a un estadio superior de desempeño sostenido, del que nos sintamos orgullosos y que le abre futuro y esperanza al pueblo dominicano, en particular, a los sin nombre y apellidos sonoros. Es una vergüenza y debemos revelarnos.

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