Por: Rafael A. Escotto
Ojalá vivas hasta más de 100 años y que el último artículo que escriba sea el mio.
El 24 de mayo diría cualquiera que haya nacido en junio o en diciembre que es simplemente una fecha en el calendario en la cual ocurre el origen de una vida humana que evolucionaría en etapas desde sus descendencias hasta la actualidad.
Desde el nacimiento hay una sucesión de desarrollos importantes que tienen relación con la biología como ciencia de los procesos vitales de los seres vivos.
Es precisamente por la biologia, diria Charles Darwin, que entendemos la razón de nuestros cambios biológicos. Por eso es que el avance más grande de la historia fue cuando empezamos a comprender y aceptar nuestra evolución gradual.
Todo ese evolucionar nos lleva además a admitir que vivimos en un constante crecimiento que solo concluye con la consciencia de que un dia moriremos. La Biblia nos señala que la muerte no tiene por qué ser el final de todo y se la compara con un sueño profundo. Quien duerme profundamente no se entera de lo que pasa a su alrededor.
Siempre he creido que la valentia más grande es mantenernos en pie, aún cuando se esté cayendo a pedazos. Gabriel García Márquez, autor de la fantástica novela Cien años de soledad nos dejó una frase a la que siempre acudo sin preocuparme descifrar su fondo: «Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.»
El mejor regalo de cumpleaños que me puede suceder este 24 de mayo, es cuando por la benignidad de Dios hemos llegado a tener salud, recuerdos íntimos que nos conectan con circunstancias del ayer. Un presente más cercano a lo brillante que a una vida gris, colmado de bendiciones. Un camino que me ha de conducir a un hermoso mañana y anhelos que se han transformados en realidad.
Me maravillo finalmente en mi cumpleaños al parodiar a la reina del alma, nacida en Memphis,Tennessee, Estados Unidos Aretha Franklin: «Cada cumpleaños es un regalo. Cada día es un regalo.»