Por: Pedro L. Guerrero c.
Mas allá de satisfacer la necesidad de los que deben sobrevivir, porque sobrevivir, es más importante que la verdad, nos aproximamos a un nuevo evento electoral en la República Dominicana, en donde no hay alternativa para los que creemos en un verdadero orden democrático, fundamentado en la justicia social, igualdad de oportunidades, la equidad y el desarrollo humano sostenible, que rompa con las barreras estructurales del subdesarrollo, el caos y el pseudo orden democrático dominicano.
Las ofertas electorales del 2024 sean estas de carácter municipal, congresual o presidencial, son más de lo mismo, revestidas de maquillaje. Otras, inclusive, sin ningún revestimiento de decencia y sin anestesia.
Ninguna de las ofertas electorales abordará la solución a los problemas fundamentales y estructurales de la República Dominicana. Por ejemplo:
- El tigueraje que caracteriza el psuedo liderazgo de quienes conforman el sistema de partido político dominicano, fundamentado en la acumulación originaria de capital, que convierten al Estado en el nicho predilecto para acumular riqueza. Este liderazgo se caracteriza por ser parte de un linaje político que conduce al Estado para servirse, sin producir las transformaciones estructurales que generen bienestar y perspectiva de futuro a la mayoría del pueblo dominicano.
- Apostar para que el sector empresarial, en su mayoría, cómplice y auspiciador del pseudo liderazgo político, por conveniencia, no convierta en su principal estrategia de negocio, el rentismo brutal en sus relaciones comerciales con el Estado, la evasión, la elución y las exenciones fiscales sin mérito y sustento.
- La transformación del sistema educativo, en todos sus subsistemas, organización y gobernanza, para que responda a los requerimientos y necesidades de la sociedad dominicana en el S. XXI: accesible, pertinente y de calidad, que desarrolle las competencias que se requieran, para la inserción exitosa de sus beneficios directos a la sociedad y al mundo laboral, nacional e internacional. Hoy no sabemos cuál es el modelo educativo que necesitamos, seguimos dando clase, o lo que es lo mismo, lastima 1 y lastima 2 en los centros educativos, sin ningún control de resultados efectivos.
- Implementar una verdadera seguridad social, a nivel de la salud, sistema de pensión y riesgo laboral. Estamos atrapados en un esquema por los grupos que conducen el sistema de seguridad social, que no garantiza una salud de calidad, pensiones dignas y protección oportuna y efectiva frente a los riesgos laborales.
- La inexistencia de una política migratoria, en particular, frente Haití, el cual se ha convertido en una simple estrategia para hacer negocio soterrado, política barata y sin fundamento.
- No hablemos de la seguridad ciudadana, oportunidades y fomento del trabajo productivo de calidad, el establecimiento de un sistema de justicia sustentado en el cumplimiento de su propia legalidad. Nada se ha resuelto de forma estructural y fundamental, seguimos viviendo en el bulto, allante y movimiento (BAM).
Este nuevo evento electoral del 2024 es un paso más para seguir cultivando la desesperanza, que se seguirá incentivado en los próximos años y cuatrienios. Claro, eso tendrá un final, el que hoy no podemos predecir, pero tendrá su final, el cual que vendrá precedido del desorden y el caos social. Sin duda, al final de ese caos tendrá que surgir un nuevo orden que reestablezca la esperanza, sustentado en una nueva realidad democrática verdadera, que supere las travas estructurales, que históricamente tienen jodida a la sociedad dominicana.
Claro, esas transformaciones estructurales tendrán que ser genuinas e idiosincráticas, porque sin pensamiento propio y creatividad genuina no daremos ese salto. No se trata de imitar modelos y experiencias que pudieron ser exitosas en otros contextos.
Reconozco que en República Dominicana no estamos cultivando ese liderazgo genuino, con pensamiento propio y creativo, tampoco lo veo cultivándose en el horizonte inmediato ni mediato, pero sé que tendrá que surgir, para eso tendremos que trabajar y siempre valdrá la pena hacerlo.