Por: Karleny Cabrera
La gente siempre se pregunta sobre el porqué de la felicidad constante de quienes sirven a Dios, es decir, los cristianos; y la respuesta es simple: ese gozo continuo es el resultado de una vida restaurada, del perdón de pecados, y un sinnúmero de aspectos positivos que la persona ve manifestados en sí tras entregar su vida a Cristo.
La Biblia es clara, y dice en el libro de San Lucas, capítulo siete, versículo cuarenta y siete que a quien mucho se le perdona, mucho ama; por ende, cuando Dios quita toda inmundicia de la vida de alguien, ese individuo siente gratitud; y una de las formas de exponer tal sentimiento es la alegría.
La verdad es que la sensación de plenitud que se experimenta al tener a Jesús en el corazón es incomparable, por tal razón, los cristianos están siempre gozosos, pues, por difícil que sea su situación actual, sienten la confianza de que Dios obrará siempre a su favor y, pase lo que pase, es la perfecta voluntad del Padre celestial.
No es que un cristiano no se entristezca, es que en medio de su aflicción tiene la certeza de que también obtendrá la victoria de cada prueba, y esto lo llena de satisfacción. “Aunque ande en valle de sombre de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” expone Salmos 23:4.
En conclusión, cuando un servidor de Cristo se encuentra en momentos de tormento, entonces se alegra porque entiende que, al final de la jornada, tal sufrimiento se reducirá a alegría. Seguir a Jehová es un privilegio y del mismo gozan quienes se deciden por él en medio de un mundo con tantas ofertas banales.
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