Opinión

El manifiesto de la FIL y Vargas Llosa

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Por: Rafael A. Escotto.

A Luis José Rodriguez, Ing. Dario Payamps y Braulio Rodriguez, Luis Rafael Arzeno Perdomo.

El reparto de la riqueza es lo que diferencia a la derecha de la izquierda. José Mugica
La pandemia del COVID-19 está atrayendo al centro de atención mundial a escritores e intelectuales que pretenden abordar el fondo conceptual de la misma hacia a una forma interpretativa desde las humanidades y quizá desde un Premio Nobel que pretende refutar las recomendaciones médico-científicas que restringen no indefinida, como se procura insinuar, sino temporalmente, médidas de confinamiento para aislar o contener la expansión de este peligroso virus.

Se ha creado una Fundación Internacional para la Libertad (FIL) presidida por el escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, un político de extrema derecha que promueve y que sustenta posturas ultraconservadoras consideradas radicales que niegan las ideas progresistas en la medicina o en la politica.

El manifiesto publicado por la FIL pretende disputar las medidas de confinamiento y le da a esas recomendaciones sanitaria categoría de totalitarias y de represivas sobre la sociedad que se supone libre.

No es extraño que el laureado escritor peruano pretenda sorprender al mundo endilgandole a los gobiernos que aceptan el confinamiento de la población sugerido por la ciencia médica para combatir y evitar la expansin del coronavirus con el fenómeno político nacido en europa en el siglo XIX que se denominó totalitarismo.

Seria una forma aventurera y oportunista de parte de Vargas Llosa y su organización pretender por convencionalismo politico, asociar caprichosamente formas prudenciales de salud adoptadas por los gobiernos siguiendo recomendaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS) para limitar el contagio del COVID-19 catalogando dichas medidas de populistas.

Creo que el escritor nuevamente pretende fascinar el mundo a través de la FIL para insertar nuevas contradicciones políticas y sociales aprovechando una epidemia y, sobre todo, tratar de introducir subrepticia y maliciosamente ideas tóxicas que faciliten algun tipo de asedio financiero y moral contra la OMS y, asimismo favorecer los deseos de grupos oligárquicos que basan su poder en el dinero y en el control de los medios de producción haciendo que la masa trabajadora regrese a las fábricas sin miramiento a la epidemia.

El COVID -19 también está perjudicando la permanencia en el poder de algunos gobiernos y la epidemia al parecer colisiona de frente contra algunos deseos reeleccionistas. Por tanto, a la luz de esas perentoriedades se desea de urgencia dar la sensacion equivocada de que la pandemia ha sido falsamente controlada en algunas sociedades y que en lo que se está supuestamente es en utilizar el virus para jugar a la politica totalitarista.

Frente a estos juegos o cavilaciones políticas habría que preguntarse lo siguiente: ¿Es o no la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) una institución política y social de choque con un fondo ideológico que pretende desvirtuar las acciones o medidas de la Organización Mundial de la Salud?

¿Está o no la OMS, como se pretende hacer creer, en actividades politicas y sociales sugiriendo medidas sanitarias aplicadas mundialmente haciendo una transversación antojadiza en America Latina para favorecer a lo que el laureado escritor Vargas Llosas llama gobiernos populistas?

¿Deberia catalogarse la FIL no como un organismo de contrapeso politico, social y de salud importante sino como una herramienta de refutación ideológica que busca reafirmar posiciones de dominación política y económica en America Latina?

Cuando la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) emite de manera apresurada un comunicado que cuestiona las medidas de confinamiento aplicadas en los diversos países con motivo de la pandemia global de COVID-19, ¿estaría tratando la FIL de poner en movimiento una controversia política que afecta, por un lado, los fundamentos sanitarios de la Organización Mundial de la Salud y, al mismo tiempo, atacar los gobiernos llamados progresistas de América Latina?

¿Es cierto o falso lo que afirma Mario Vargas Llosa y/o la FIL que: «en Cuba, Venezuela y Nicaragua “la pandemia sirve de pretexto para aumentar la persecución política y la opresión»?

¿Seria también cierto o falso lo que destaca la FIL que “en España y la Argentina dirigentes con un marcado sesgo ideológico pretenden utilizar las duras circunstancias para acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente?»

Para poder entender por dónde pretende ir esta vez el distinguido escritor peruano, sería interesante traer a este trabajo el planteamiento adicional de Vargas Llosa y la FIL con lo cual no estaría claro todavia cuál es el fin político de esta organización de reciente factura ideológica, veamos algunos de sus postulados: “Algunos gobiernos han identificado una oportunidad para arrogarse un poder desmedido. Han suspendido el Estado de derecho e, incluso, la democracia representativa y el sistema de justicia”.

¿Podrían o no calificarse como un desenfreno político las declaraciones de la FIL formuladas en medio de una epidemia como COVID -19 tan agresiva que no distingue ni a pobres ni a ricos para arremeter despiadadamente contra cualquier grupo social?

Empero, queremos decir, que sabemos que el COVID-19 se prestaría para que tanto la extrema derecha, la izquierda, el ala conservadora y los socialistas mundialmente utilicen el virus como materia o arma política para sus propósitos particulares.

No estamos totalmente en desacuerdo ni con la FIL ni con Mario Vargas Llosa, quien funge como presidente de esta organización, lo que pretendemos con este trabajo y como escritor dominicoestadounidense es tratar de definir su verdadero rol en el marco de una discusión mundial que tiene implicaciones eminentemente sanitarias en la que la vida de millones de seres humanos está en juego al momento de escribir este artículo. Creo, finalmente, que a Mario Vargas Llosa le podría estar pasando lo que expresó el cineasta estadounidense Woody Allen en cuanto al político de vocación que «hace de cada solución un problema.»

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