Por: Rafael A. Escotto
A Luis Rafael Arzeno Perdomo, Braulio Rodríguez y a Ronald Hellman, abogado y dramaturgo judío de gran prestigio en Nueva York.
«El poder solo puede complacer a los tontos o predestinados. Los tontos lo desean por las ventajas que esperan de él. Los predestinados lo disfrutan por lo que representa para ellos».
António de Oliveira Salazar
El título de este nuevo artículo me exigió visitar el pensamiento del teólogo francés Juan Calvino en busca de la interpretación conceptual y teológica del adjetivo predestinado para luego de conocida su valoración penetrar en ese mundo doctrinal y llevarlo al terreno de la política y desde allí tratar de explicar el papel de esa divinidad facultada por algo sobrenatural para salvar el rumbo de una isla «colocada —como dijo el laureado poeta— en el mismo trayecto del sol, en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol».
El determinismo racional, caracterizado filosóficamente por el valor de la verdad de una proposición o el conocimiento gnoseológico, sostienen, por un lado, que el valor de la verdad de cualquier proposición es intemporal, o sea, que sucede fuera del tiempo, y del otro, sostiene que si se conoce cualquier hecho futuro de antemano entonces debe ocurrir tal hecho inevitablemente.
Partiendo del pensamiento anterior y observando el desarrollo de los acontecimientos políticos y sociales en el país de don Pedro Mir parece que la isla está determinada a ser dirigida por un individuo que le han dado la condición de predestinado, una especie de divinidad inalterable que tiene su raíz dicotonómica en la dualidad causa-efecto y, por tanto, la situación política y social actual define cuál será la suerte del país.
Si decimos hipotéticamente que el «predestinado» ha sido la persona escogida para ocuparse de los asuntos de la nación entonces será así. En lo único que no estamos de acuerdo con ese pensamiento predeterminista es que al parecer se le está otorgando a este hombre la cualidad del conocimiento absoluto, o sea, una omnipresencia que solo Dios posee.
Advierte Calvino: «En el Evangelio Dios declara que él se deleita adoptarnos como hijos suyos y al hacerlo nos libera de la trampa de Satanás y de la tiranía del pecado. Pero hay muy pocos que aceptan este regalo cuando se les presenta, por su maldecido cautiverio al pecado, parece que prefieren estar sujetos a sus apetitos carnales en lugar de ceder obediencia a Dios y caminar en completa libertad».
Creo que debemos prestarle mucha atención a esta opinión ni podemos perder de vista que el predestinado podría caer en el apetito de la carne, el cual no es consustancialmente malo, pero los cortesanos del predestinado, quienes ya han probado el pecado, podrían conducir al elegido a una trampa.
Tenemos que reflexionar sobre esta advertencia, puesto a que el mundo, como dice Juan en el capítulo 5 versículo 19, «el mundo entero está bajo el Maligno». Y en Efesio capítulo 6 versículo 16 nos enseña que «el maligno usa todo medio disponible para que sus “dardos candentes” de pecado inflamen la mente del cristiano», o sea, en nuestro caso, la mente del predestinado.
Pongan atención a esto. Dice el historiador y filósofo alemán Oswaldo Spengler, autor del libro El declive de occidente (The decline of the West), publicado en 1918, cuya obra leímos en los claustros universitarios en los Estados Unidos, que «en todo idioma culto hay un cierto número de palabras que permanecen envueltas en un profundo misterio: hado, fatalidad, azar, predestinación, destino. No hay hipótesis, no hay ciencia que pueda expresar la emoción que se apodera de nosotros cuando nos sumergimos en el sonido y significación de dichos vocablos».
Cuál es el mensaje que pretende enviar Spengler, quien es tambien autor del libro Prusianismo y Socialismo (1919), que no podemos creer a ciegas que la predestinación, como la vemos en el país de don Pedro Mir en su poema cumbre Hay un pais en el mundo, estáؘ eminentemente asociada a la verdad. Refiere el filosofo austríaco Ludwig Wittgenstein, quien tiene un tratado lógico filosófico, que la predestinación «más que una teoría, es un suspiro o un grito.»
Adentrándome un poco más en lo conceptual debemos decir que la predestinación en la política dominicana «son inventos de herejes y de gnósticos», como señala el teólogo español Miguel Servet. El país (República Dominicana) no debe jugar ni apostar a la predestinación.
Lo primero que tiene que lograr el predestinado es ganarse la voluntad del pueblo con un discurso pidiéndole su nombramiento como hizo Tarquinio Prisco en Roma. Pero al predestinado de estas islas de «azúcar y alcohol» los cortesanos lo llena de obsequios y de lisonjas que le producen engreimiento e ínfulas exageradas.
En 1996 por poco el país cae en el error de un proto-predestinado. A los dominicanos lo salvó la Virgen de La Altagracia que evitó regresar bajo el imperio de una dictadura ilustrada, por lo que dijo Borgés: «Las dictaduras podrían ser buenas, pero no lo son. Porque la dictadura ilustrada es una utopía. Y las militares son las peores.»
Recordemos, finalmente, lo que vivió el pueblo dominicano cuando decidió a fuerza de latigazos endiosar o idolatrar a Trujillo otorgándole calidad de predestinado. No olvidemos sea por fanatismo o por cansancio de un régimen no se puede caer en las manos de un «predestinado» para que no le pase lo que dijo el novelista y poeta brasileño Joaquín María Machado de Assis: «Hay personas que lloran porque saben que las rosas tienen espinas. ¡Hay otros que sonríen porque saben que las espinas tienen rosas!»