Opinión

El tamborilero, el dinero y la humildad

• Bookmarks: 28


Por Manuel A. Fernández

 

Desde que era niño siempre me ha fascinado el épico villancico de El Tamborilero. La versión más famosa es sin lugar a duda la de Raphael de España. El gran cantante ibérico lo interpretó por primera vez en 1965, y realizó una segunda versión en 2013 para un especial de Navidad en 2013 para Televisión Española (RTVE). Se han interpretado diversas versiones de este genial villancico, que, a mí en lo personal, me estremece por su mensaje. Lo han cantado desde Frank Sinatra, Bob Dylan, David Bowie, Abba, Joan Jett, Stevie Wonder y una versión rockera de la banda mexicana Moderatto. Hace unos años escuché una extraordinaria versión en Jazz de Rafelito Mirabal interpretada por Patricia Pereyra.

La historia es la de un niño que se gana la vida (como muchos en este mundo injusto) tocando el tambor y que al no tener nada que ofrecer a Jesús al nacer, le da una serenata con su instrumento como prueba de su amor. Simplemente impactante, uno de los más grandes actos de pureza y humildad. Y lo mejor, que Jesús tras escucharlo, le sonrió. A un servidor este tema le llega al alma y mueve mis sentimientos más profundos.

El origen de esta canción no está claro. La versión más aceptada es que tiene origen checo y en 1941 fue traducida al inglés por la pianista Katherine Kennicott Davis natural de Missouri que manuscribe el tema bajo el nombre de “Carol of the Drum”.

Desde el punto de vista económico, y también humano, el tema nos invita a una seria reflexión sobre el valor de las cosas. Decía el gran inversionista Warren Buffett que “el precio es lo que pagas, y valor es lo que recibes”. Como entes económicos, es imprescindible para ser libres, entender el valor de las cosas. A veces nos ofuscamos por tener muchos bienes materiales y no aprendemos a valorar lo que tenemos y llegamos hasta frustrarnos porque el vecino tiene un mejor smartphone que el nuestro.

Un estribillo de El Tamborilero dice “Yo quisiera  poner a tus pies algún presente que te agrade Señor, mas Tú ya sabes que soy pobre también y no poseo más que un viejo tambor, en tu honor frente al portal tocaré con mi tambor”. El desprendimiento es un valor esencial de los seres humanos y el protagonista de la canción dio lo más preciado que tenía. Decía Facundo Cabral que hay que dar hasta que duela.

Creo que los problemas actuales que estamos viviendo son por la falta de humildad, el deseo desenfrenado por adquirir dinero de forma fácil, lo que se traduce en flagelos como el narcotráfico, el crimen organizado, la delincuencia común, las estafas piramidales y el odio hacia los demás.  Cuando entendamos que el dinero es un canal y no un fin, creo que podríamos cambiar paradigmas y estructurar una mejor sociedad y un mejor mundo para nuestros hijos.

En la primera carta de Timoteo 6:10 la Biblia nos dice “porque al amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchos sinsabores”. El dinero en sí mismo no es malo, malo es cuando nos obsesionamos y lo ponemos como un objetivo de vida, cuando debe ser el canal para lograr una mejor calidad de vida. Decir que el dinero no es  importante, es un absurdo, el problema está cuando no lo sabemos administrar, nos sobre endeudamos y perdemos nuestra paz interior.

La humildad tiene un aliado fundamental que es la Sabiduría y la misma es vital para hacer un buen uso de los recursos. Un amigo cooperativista me invitó a leer Eclesiastés 7, 12 que dice “porque escudo es la sabiduría y escudo es el dinero, pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría da vida a sus poseedores”. Hay que ser sabios en el manejo del dinero para que sea el canal para construir nuestro bienestar y para que no se convierta en un elemento de estrés y desasosiego.

Por Manuel A. Fernández

Asesor Financiero

28 recommended
385 views
bookmark icon