Por Editorial periódico Camino
El 21 de enero es la fecha más importante que tenemos los dominicanos. En ella demostramos la expresión más profunda de amor y cariño hacia la Virgen María, bajo la advocación de La Altagracia.
La Madre Espiritual de nuestro pueblo nos convoca en cualquier lugar del mundo en donde reside un dominicano. Así lo hemos visto en Roma, Puerto Rico, España, New York, y otros lugares. Recurrimos a Ella como intercesora, y llevamos ante sus pies nuestras penas, alegrías y esperanzas. Acuden a Ella desde el ser humano más encumbrado, hasta el más humilde, buscando en Ella la ternura y comprensión de su Madre. Les cantamos llenos de emoción: Ven con nosotros al caminar, Santa María ven.
Al celebrar su festividad les presentamos las inquietudes de este pueblo peregrino que la venera, y pedimos su intercesión para que nuestros jóvenes encuentren el camino para llegar a su realización plena.
Que el proceso electoral del 18 de febrero transcurra sin traumas ni violencia.
Que la Junta Central Electoral despeje todos los nubarrones que aparezcan en la organización del proceso electoral, y nos brinde así la tranquilidad que merecemos.
Que nuestros hogares sean escuelas de amor y comprensión de donde salgan ciudadanos respetuosos y solidarios.
Que los cristianos seamos luz en esta sociedad dominicana que presenta tantos hechos de violencia que nos aterran.
Estemos claros, el mejor regalo que podemos llevar a la Virgen de La Altagracia, en su día, y siempre es escuchar su invitación: Hagan lo que Él les diga, y Jesús en las Bienaventuranzas nos presenta la guía a seguir.