La educación en gran parte del mundo apunta a ser inclusiva o para la diversidad, es una tarea ardua, porque se está buscando que en vez de que las personas con capacidades distintas reciban instrucción especializada fuera del grupo general, lo hagan desde el grupo.
Esto implicaría que se debe procurar que el sistema cambie; eso implica también, que el maestro cambie, que el aula cambie, que los estudiantes cambien, que la administración cambie, que la percepción general cambie. En otras palabras, se busca que la educación sea capaz de ofrecer a cada alumno la ayuda pedagógica y logística que él necesita. Que la educación se ajuste a su individualidad, con el concurso y compromiso de todo el sistema y de la sociedad en su conjunto.
Las desventajas sociales, culturales, económicas, físicas, psíquicas, etc. deben ser subsanadas con las asistencias requeridas, para que se concretice el derecho fundamental de que todos somos iguales ante la ley, lo que conlleva también que seamos iguales ante las oportunidades de desarrollo de nuestra personalidad para que los días que nos han asignados en esta existencia, discurran sobre la base del mas absoluto respeto a la dignidad humana.
Descontar toda diferencia para lograr este fin, no es tarea fácil, es casi una utopía. No obstante, las utopías, aunque inalcanzables tienen la ventaja de que nos permiten avanzar mientras “se persigue el fin utópico”.
En ese orden de ideas, hay dos aspectos que pueden cambiar y significativamente impactar en dos segmentos poblacionales uno es, los no videntes y el otros los sordos mudos.
Con este escrito lo que proponemos, para ir aterrizando es que todos los estudiantes del país se alfabeticen en braille y en lenguaje de señas. Y con un plan estratégico se busque que la población en su conjunto domine en un tiempo razonable los dos lenguajes, así los grupos señalados tendrán una verdadera inclusión social, pues estarían en condiciones de interactuar con una comunicación efectiva con toda la sociedad y la sociedad en su conjunto con ellos.
Estos lenguajes pasarían a ser lenguajes nacionales y quien sabe si inspiramos para que se conviertan en lenguajes universales
Para dar pasos concretos, empecemos con los maestros a todos los niveles, que estos estén en capacidad de comunicarse por escrito con los no videntes mediante el sistema braille, pero también con las demás personas y mediante lenguaje de señas con los sordos y con cualquier otra persona. A veces es necesario una comunicación silente y el braille y el lenguaje de señas resultarían ideal
Las universidades que forman docentes no le deben faltar estas asignaturas. Lenguaje de señas y braille y digo docente para no decir a todos en esta etapa. Imagínese con la facilidad que se comunicaría un médico con un paciente sordomudo.
Con los ejemplos anteriores nos damos cuenta que estos dos lenguajes son útiles, no sólo para los que tienen estas limitaciones, sino para la población en general.
En su origen el Braille no fue creado para beneficiar a los ciegos, este fue un uso alterno que se adueñó del sistema, fue creado para pasar información a las tropas francesas en momento de oscuridad sin necesidad de habar o de leer de forma convencional, además que no podía ser fácilmente descifrarle el mensaje, para quien no tuviera conocimiento de este lenguaje, secreto para la época. Su autor fue Charles Barbier de La Serre y dado que Louis Braille, perdió la visión a temprana edad un profesor le sugiero que probara el sistema . Lo hizo y lo perfeccionó y ya conocemos el resultado a nivel mundial
Para que la diversidad cale en la sociedad en igualdad de condiciones, la sociedad debe meterse en las herramientas de la diversidad (aquí hablo de los sordos y los no videntes) desde ahora con un plan a ejecutar sin dilaciones. Ojala el MINERD nos escuche.
Hasta la Próxima.
Dario Nin