Valiente, honesta, precursora para nuestra industria y atrevida, rompe esquemas. El tema no es el sexo de parejas furtivas. Es la soledad y no el sexo. Hay que verla. Muy justa su elección de mejor actriz en el Festival de Cine Dominicano NY, de Fine Arts.
Por José Rafael Sosa.
El imaginario del cine, producir una gran película de trama erótica a partir de una inteligente economía de personajes y locaciones, han sido, por mucho tiempo, un objetivo a alcanzar, luego que el cine latinoamericano plantara el fenómeno que estremeció las pantallas desde Chile con En la cama, que alcanzó más de 30 premios internacionales, escrita por Julio Rojas y dirigida por Matías Bize, incluyendo Mejor Película de los festivales de Valladolid , de la Habana y los Premios Ariel, de México, todos en 2005.
Tan poderoso fue el llamado que, en 2008, el director colombiano Gustavo Nieto Rojas, seatrevió a realizar versiones no autorizadas en Colombia (con Marlon Moreno) y Brasil, que fueron denunciadas por Rojas, titular del derecho.
Otro director que siguió la línea marcada por En la cama, es el español Julio Medem, que título Habitación en Roma (2010), solo que, en lugar de un hombre y una mujer, tomó el camino del amor de dos mujeres.
Tras ver En tu piel (MatíasBize, 2017) como película de apertura del Festival de Cine New York en Santo Domingo, el principal riesgo es suponer que se trata de una producción erótica, el riesgo principal es pensar que su atractivo es el sexual por medio de una pareja que sostiene sucesivos encuentros íntimos en una habitación. Grave error.
En tu piel plantea el drama de la soledad y el afecto y la necesidad de encontrar vías para darles solución adecuada, siendo el sexo una de ellas.
Se trata de una película valiente, honesta, precursora para nuestra industria y atrevida, que rompe esquemas y que deja sentir como la necesidad de la compañía es un elemento crucial para el reencuentro vital.
Lo que se obtiene es una versión distinta, fresca y bien logradas de En la cama. En tu piel, se inspira en la primera, pero es otro el planteamiento.
Notables son sus lenguajes de dirección (M. Bize), fotografía (Arnaldo) y sobre todo la dirección de arte., que dejan palpar un homenaje a un cine latinoamericano digno.
La dirección de cámaras recorre el cuarto, ambos cuerpos y se percibe la agudeza y densidad de un tratamiento fílmico que invita y conquista la atención.
Los amantes del cine verdadero e incluso aquellos que acuden a las salas por diversión lúdica, tendrán en este titulo un trabajo de grandes atractivos y notable sabor lúdico.
La actuación sus dos protagonistas logra, en general, llenar el cometido. Un experimentado Josué Guerrero, aporta vitalidad en su interpretación, mientras que su compañera de roles, Eva Airas, es la gran sorpresa, al asaltar nuestra atención con una expresividad en su paleta facial, el uso de la mirada y su gestualidad precisa.
Consideramos un fallo el tratamientointerruptor en lo visual del cuerpo masculino, que peca de coincidir con el viejo e inexplicable tabú, el mismo que hizo que Bernardo Bertolucci no mostrara completo el cuerpo de Marlon Bando, en El Último Tango en Paris (1972),alegando que si incluía las tomas de los genitales de Brando, el mismo se sentiría expuesto al público. La tradición del cine es solazarse en la armonía sensual del cuerpo femenino, por lo que el tratamiento es desigual.
El segundo elemento que nos deja insatisfechos es la consistencia de los diálogos, que parecen interinados, dando la sensación de que pudieron ser mejores.
Larimar establece un interesante precedente que replantea el valor del concepto iberoamericano del cine, para una producción local, en un proyecto hecho con pasión.
Sinopsis
Dos desconocidos tienen un encuentro casual intenso. Después de una noche conociéndose, ambos se darán cuenta que lo que ha surgido entre ellos es superior a la física pura, comprendiendo que las relaciones humanas son bastante más complejas que un simple intercambio de caricias.
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