Opinión

Escobita nueva barre bien

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Al iniciar la tercera semana del mes de agosto del año 2016 el ambiente era de satisfacción, de alegría, confianza y celebración en todo el municipio de Santiago, ya que teníamos operativos de recogida de la basura en la mañana, en la tarde y en la noche, abarcando todas las calles, las avenidas, barrios, urbanizaciones y las arterias comerciales.

Los aplausos, las emosiones y encantos salían de todos los lados, incluyendo a dirigentes políticos adversarios del alcalde Abel Martínez, ya que el cúmulo de desperdicios sólidos estaba arropando a todo esta ciudad, y los médicos especialistas en enfermedades respiratorias advertían sobre la posibilidad del surgimiento de una serie de brotes epidémicos de grandes proporciones.

Para esos días el ejecutivo municipal, en manga de camisa, con jean y con una gorra puesta en su cabeza encabezaba brigadas de obreros recogiendo basura, remozando parques y pintando y lavando calles, mientras los comiones del ayuntamiento cruzaban hasta tres veces al día por una misma vía, en busca de sacar a la ciudad corazón del caos dejado por su antecesor Gilberto Serulle.

Las evaluaciones no se hicieron esperar, con o sin soporte científico, todas las mediciones ubicaban al alcalde Abel Martinez en la cima de la popularidad, al interpretarse que él representaba la solución de los males que afectan a este municipio,
básicamente de la problemática de la basura.

En adición al desalojo de miles de obreros de los principales mercados populares, previo arribar a su primer año, la alcaldía dispuso el retiro de los denominados “limpiavidrios” de los semáforos del mayor circulación de vehículos, pero la iniciativa apoyada por todo Santiago fue muy efímera, debido a que estos volvieron a desarrollar su labor con toda normalidad, poniendo en evidencia la falta de autoridad del gobierno local.

Justamente al cumplirse un año del Partido de la Liberación Dominicana haber re-asumido la dirección del ayuntamiento la situación está retornando a la tradicional desorganización, y ya comienza a observarse los amontonamientos de basura en calles, avenidas, áreas comerciales y en los frentes de las viviendas, debido a que los camiones apanas pasan una y dos veces por semana.

Ya se está convirtiendo en una práctica común ver personas con fundas repletas de desperdicios sólidos en la parrilla o colgando de la defensa de su vehículo hasta llegar a un lugar donde puedan depositarlas, pues tenerlas en los hogares por mucho tiempo representa un gran peligro para la salud de sus familiares.

El mayor deseo de la sociedad de Santiago, quien de forma mayoritaria votó por la propuesta electoral del PLD en las pasadas elecciones, es evitar retornar al panorama de caos e incertidumbre, pero el accionar de las autoridades da a entender que la tendencia es hacia el desorden.

A todo este evidente cuadro de desconfianza en una joven gestion, encabezada por un joven político, hay que adicionarle que la moderación y la madurez que caracterizó la gestión de Moronta, de Sued y en cierto modo la de Serulle, está muy ausente en el actual ejecutivo municipal, quien se desenvuelve de conflicto en conflicto, tanto fuera como dentro de su propio partido.

En términos de la recogida de los desperdicios que produce Santiago, construccion de obras y en otras áreas Héctor Grullón Moronta comenzó bien, José Enríque Sued comenzó bien, Gilberto Serulle comenzó bien y Abel Martínez comenzó bien, lo que pone de manifiesto la frase común de nuestros antepasados, en el sentido de que “escobita nueva barre bien”.

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