Por: Editorial del Semanario Católico Camino.
Diciembre nos trae la Navidad, que es ternura, encuentro y alegría. Los valores del ser humano florecen en esta época del año. La solidaridad se incrementa y nos hace más hermanos. Por eso dice el canto “Que la Navidad sea el pan nuestro de cada día”. La razón de estas actitudes bondadosas es que nos ha nacido un Salvador. Jesús, quien nos trajo la esperanza y marcó el camino para ser felices.
Este ambiente festivo de convivencia es aprovechado por miles de dominicanos y dominicanas canas, que viven en diferentes naciones del mundo, para volver a su patria querida y pasar unos días con familiares y amigos. Para este año se espera la llegada de más de 350 mil visitantes.
Regresan cargados de ilusiones, recuerdos y nostalgia. Vienen a compartir, a recorrer los caminos por donde transcurrieron los días de su infancia. Quieren alimentar y fortalecer su identidad, porque, aunque llevan años fuera del territorio que los vio nacer, el latir de su corazón es más intenso cuando pisan suelo dominicano.
Es nuestro deber hacerlos sentir bien. Acogerlos con el abrazo sincero y la cordialidad que forma parte de nuestro ser.
En cuanto a las autoridades, su compromiso es garantizarles la seguridad ciudadana necesaria para que ninguno de nuestros distinguidos visitantes sufra la amarga experiencia de años atrás, cuando han sido víctimas de atracadores que los despojan de todo. Hay que vigilar las vías comprendidas entre los aeropuertos y los lugares de origen de
estos hermanos que regresan para unas merecidas vacaciones.
También brindarles en Aduanas un trato preferencial, sabiendo que ellos traen algunos presentes para los familiares que han dejado aquí. Hermanos y hermanas que vuelven a su país, esta es su casa.