
Por:
Cándido Almanzar
Amigos lectores: No se sorprendan, no escribiré sobre la trayectoria beisbolística de este gran deportista, de su vida por la “Gran Carpa”. de sus condiciones defensivas nide su retirada a destiempo como jugador activo, ni mucho menos como dirigente exitoso en el terreno nacional e internacional; no señores, esos temas, todos los conocemos.
Me remontaré a la época de estudiante en su ciudad natal, Mao, y específicamente en el 4to de bachillerato, sección matemática, del colegio Manuel Js. Galván, popularmente conocido como “El Colegio de Manuelito”. Sin quizás, el mejor Colegio de la Región y uno de los mejores del país, según las evaluaciones de aquellos años.
Recuerdo que en mi condición de profesor de 4to. de matemáticas, el aire que se respiraba en el aula era de respeto, disciplina y estudio; generalmente no había espacio para “las cherchas”; el Álgebra de Baldor, la Trigonometría, los temas de física y las tareas de dibujos constituían un obstáculo para disponer del tiempo en otros menesteres.
Discurría el año 1982, cuando para sorpresa del grupo de alumnos, compuesto por José Santos (chibura), Aquiles Morel (hijo), Tito Tío, José Alberto Almánzar, las Mellizas: Elena y margarita Comas, los Hermanos Cabrera, Félix Fermín, Yolanda Ferreira, Cecilio Álvarez, Ibelka Fermín (hermana de Félix), los hermanos Osvaldo y Tony Cuello entre otros, uno de ellos exclamo:” profesor el viernes que viene vamos al pucho Marrero a ver jugar a Félix”.
Como era de esperarse, al principio me negué, pero ante la insistencia del grupo accedí, con la condición de que ese día el pase de lista se haría en el play.Efectivamente, el apacible estudiante en el aula, en el terreno de juego se transformaba en un espectacular jugador de las “paradas cortas”, parecía un felino detrás de la bola. Nosotros desde las gradas disfrutábamos el momento.
Llega el lunes, otra vez. La clase comienza como de costumbre, pero los muchachos querían comentar el juego de Félix, en el Estadio Pucho Marrero… como no había espacio para las cherchas me dirigí a nuestro imberbe jugador y le exprese: “Félix tú tienes talento y estilo para el béisbol si le pones ganas… te veré en un equipo de grandes ligas.

Luego, levantando la mano derecha y asintiendo con la cabeza… me contestó: “Profe, con el primer equipo de grandes ligas que juegue le traeré una bola de béisbol autografiada por cada una de los miembros del equipo”. Algunos de sus compañeros pusieron en dudas las palabras de Félix, en caso de llegar al estrellato.
Transcurrió el tiempo y una mañana del año 1987 su hermana Iberka se apareció en mi oficina, ya no del colegio, sino de la Universidad, con una pelota autografiada por todos los peloteros de los piratas de Pittsburgh, al recibirla me alegré doblemente, por él, porque iniciaba la consecución de su sueño y por mí, porque el vaticinio se había cumplido.
Un gesto para contar, porque revela sentimientos nobles de un caballeroso hombre del béisbol.¡Que la paz, la salud y el amor nos acompañen a todos en el 2021!
El autor es Gestor Universitario.


