La crisis que sacude a Haití no es nueva. Pero en algo en que coinciden los analistas y los organismos internacionales es que este año ha sido devastador para la población más vulnerable, la que carga más pesado con la situación.
No existe un solo factor que explique la situación actual en el país vecino. La crisis araña el nivel político, social, económico, de seguridad, humanitario y hasta de salubridad con el resurgimiento del cólera luego de tres años sin que se reportara un caso.
La emergencia humanitaria, empeorada por la enfermedad y el limitado acceso a los servicios más básicos, justificaron el pedido del Gobierno de Haití sobre el despliegue de una fuerza de seguridad para apoyar a la Policía Nacional y hacer retroceder a las bandas armadas.
La comunidad internacional está considerando si desplegar una fuerza extranjera en Haití para apoyar a la Policía Nacional en el restablecimiento de la seguridad y así lograr que una nueva administración llegue al poder, luego de celebrarse elecciones en todos los niveles del Estado.
Por lo menos así lo espera el primer ministro de Haití, Ariel Henry, cuando habló en un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en el país y los organismos internacionales. El político espera que la misión compuesta por fuerzas de varias naciones llegue en un futuro cercano.
“Agradezco al secretario general (António Guterres) de la ONU por trasladar al Consejo de Seguridad nuestra solicitud de asistencia de una fuerza especializada para acompañar a nuestra Policía Nacional”, escribió Henry en su cuenta de Twitter.
Son Estados Unidos y México quienes han tomado un paso adelante en preparar un borrador ante el Consejo de Seguridad de la ONU para autorizar el despliegue de la misión extranjera hacia Haití, que sea ajena al organismo internacional, con alcance limitado y que sea encabezada por un Estado socio. Canadá es quien se vislumbra para liderar esa misión, aunque no lo hará hasta que no exista un consenso entre los actores políticos.
El necesario convenio entre los actores políticos y civiles busca que la misión tenga legitimidad y que sus operaciones en terrenos difíciles sean respaldadas, teniendo en cuenta los riesgos operativos de las áreas en que actúe. “Un plan integral de ayuda internacional también debe incluir una serie de otras medidas para abordar las décadas de malestar e inestabilidad institucional de Haití”, consideró Crisis Group.
La República Dominicana también apoya el envío de una fuerza robusta, capaz de recuperar la paz y poner fin a la violencia de las bandas armadas, infiltradas por el poder político y el económico. No ha habido un escenario internacional donde el país no llame la atención ante la grave situación humanitaria y de inseguridad que se vive en Haití, que ha desbordado sus fronteras y presiona a la República Dominicana, con la cual comparte la isla.