Por: Minerva Calderón López
¡Fanáticos del mundo ya se acercan los jugadores de Boston Celtics y Dallas Mavericks! EL ansia de ganar, vencer, vitorear brilla en sus ojos y en sus cuerpos,
Salto al centro. Aguerridos, ágiles, corren, saltan, encestan, compiten.
Un dominicano centra mi atención: Al Horford, poseedor de una impresionante estatura y fortaleza es un deportista excepcional. Es como el sol tropical, radiante, fuerte.
Permítanme llamarlo «La espiga del Atlántico» que resiste las inclemencias y vicisitudes y va dejando su estela de calidad en cada espacio.
Defiende, motiva, impone su pantalla. Desde un punto estratégico, lanza y encesta. Esos tres puntos con sabor a gloria conmocionan el espacio. Una exclamación de alegría unifica a millones en el mundo.
Él es Al Horford. Vive bajo el compromiso deportivo, el mandato de la responsabilidad y la identificación con lo que hace. Su liderazgo tiene sabor a dominicanidad, a humildad y compañerismo. Pertenece a un equipo brillante y secunda las estrategias y acciones con sentido de pertenencia y entrega.
Hoy, yo amante del baloncesto, trascendiendo el tiempo y la distancia. Siento que recorro la cancha junto a él. Bendigo cada una de sus acciones; cada apoyo al equipo; su amor indiscutible a la familia; el amor entrañable a sus padres.
Admiro la dulce y constante compañía de Amelia y sus cinco tesoros. Valoro el gran ejemplo de unidad, esfuerzo y fe que proyecta en su vida.
¡ Pueblos del mundo! Escuchen el eco de una voz que repercute en lo alto de la montaña Isabel de Torres y recorre el mundo: “La gloria a Dios, la gloria a Dios”.
Es Al . Una vez más ratifica su humildad y gratitud al Creador .
Dios es el fundamento que edifica su gloria e inspira sus esfuerzos.
Alegría, alegría. Nuestro campeón, oriundo de Puerto Plata, la Novia del Atlántico, muestra al mundo que República Dominicana es cuna de triunfadores y de personas valiosas.