Opinión

Homenaje a Miss Punta Cana

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Por: Rafael A. Escotto.

Todos tus sueños se pueden convertir en realidad si tienes el coraje de perseguirlo». Walt Disney

El éxito ni tiene color ni clase social. El éxito es firmeza. Es trabajar tus zonas erróneas para convertirla en tus áreas positivas. Cuando yo cursaba el último año de Derecho en los Estados Unidos, una buena tarde se presentó al Alma Master de la Universidad el afamado tenista profesional estadounidense Arthur Ashes, ganador de tres títulos torneo Gran Slam, y nos dijo en conferencia abierta estas palabras: «Una clave importante para el éxito es la auto-confianza. Una clave importante para la confianza en si mismo es la preparación».

Punta Cana es un paraje en la sección de Juanillo, en la provincia La Altagracia, situada en el

Este de la República Dominicana. Allá la creatividad ha levantado exitosamente un centro mundial para que el turismo y la vida humana puedan encontrar placida acogida a su entretenimiento y goce.

Esa excelente particularidad permite que los gustos y preferencias en el sentido más diverso, se acepten como una manera de agradar las diferencias.

Un certamen donde se premia la belleza femenina no se recrea en el color de la piel de las beldades, en Punta Cana se honró el tono de la piel para darle color y celebridad al escenario y, al mismo tiempo, brindarle oportunidad a las debilidades humanas y al dinero para que se encuentren con sus fantasías.

En las afueras del complejo turístico Punta Cana la hipocresía y la ignorancia sobre la segregación racial absurda se disgusta por la escogencia de aquella imagen de una mujer negra con nombre exótico y menos aún que se ciña sobre su cabellera el cetro de la fama que la privanza pretende negarle.

Es que debemos suponer que detrás de las alambradas que separa el complejo turístico en el Este compuesto por falsos blancos, estos hubiesen preferido otra clase de belleza.
Eso sería no darse cuenta de lo que está de moda, que regresa cada cierto tiempo en forma de Miss Universo, como fueron los casos de Vanesa Mendoza, colombiana de cutis negro, en representación del Departamento de Chocó, Janelle Penny Commissiong, nacida en Trinidad y Tobago y la belleza negra estadounidense Miss América Nina Franklin, por Nueva York, la metrópoli de los grandes teatros y de los coloridos recitales.

Como vimos anteriormente en este mismo trabajo, Punta Cana no es un territorio injertado en la geografía dominicana, es la expresión de la diversidad cuando los ricos y los famosos cansados de ver siempre lo mismo desean pasear su vista, contemplar algo distinto con rostro y figura en los que la belleza física de la mujer complazca los caprichos del jet set internacional.
Ha sido acertada la idea del complejo turístico Punta Cana que en sus terrenos interiores, alejado de la multitud, se haya celebrado un certamen (Miss Punta Cana) en el que se resalte lo exótico, resumido en un nombre y un apellido: Clauvid Dály.

Lo morboso y lo racial en las afueras de las alambradas de Punta Cana no deben despreciar la belleza, la fina textura y la nobleza del ébano. Hay que aprender a valorar a través de la coronación de esta nueva diosa, con la piel color de ébano, como escribiera el poema Nicolás Guillen, por representar tan dignamente a todas las mujeres de tez oscura.

Imaginémonos por un instantes que Miss Punta Cana está en la pasarela y el poeta observa con ojos despampanantes el despliegue de su marcha triunfal y de la voz de oro del baldo sale este trozo de verso que tiene el néctar, el color y el sabor de la miel que da la espléndida belleza de la flor de la magnolia presagiando el fin de la primavera:

Te vi al pasar, una tarde,
ébano, y te saludé;
duro entre todos los troncos,
duro entre todos los troncos,
tu corazón recordé ébano Real.

Represento seguidamente en ese maravilloso espectáculo al poeta español Federico García Lorca cantándole a aquel color de piel, como la miel, de Miss Punta Cana:

La miel es la palabra de Cristo,
el oro derretido de su amor.
El más allá del néctar,
la momia de la luz del paraíso.

Para el que lleva la pena y la lira,
eres sol que ilumina el camino.
Equivales a todas las bellezas,
al color, a la luz, a los sonidos.

Eso eres tu Miss Punta Cana, reina suprema del dorado siglo. Tiene toda la gracia del estío y la frescura vieja del otoño, eres la hoja marchita y eres el trigo.

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