Editorial periódico Camino.
La humanidad está viviendo momentos de mucha tensión. Los vientos tempestuosos de guerra están trayendo ráfagas de terror. Lo que sucede en Ucrania, Franja de Gaza, y el nuevo conflicto entre Irak e Israel nos llena de temor.
Es que las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia, la desconfianza y el orgullo que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan las guerras. Esta afirmación contenida en el número 332 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, refleja una realidad incuestionable.
Además, la insensatez y el ansia de poder están llevando a los dirigentes de las grandes potencias a olvidar el grave peligro de destrucción masiva que existe con la cantidad de armamentos sofisticados utilizados para convertir a pueblos enteros en cementerios colectivos.
Frente a este cuadro sombrío, hacemos nuestras las palabras del profeta Isaías, para que un día los seres humanos puedan hacer posible que de sus espadas forjen arados, y de sus lanzas podaderas. Y que en ese día, ninguna nación levante más la espada contra otra, y no adiestre más para el combate.
Es hora de educar para la paz. Lo necesitamos aquí, y allá.