La familia del fallecido historiador Franklin J. Franco dice que biblioteca de 10 mil volúmenes, ha sido abandonada en el sótano del Museo de la Resistencia
Por Jose Rafael Sosa
Los parientes del historiador Franklin J. Franco han sometido a la justicia al Museo de la Resistencia por la alegada violación del acuerdo de donación de la biblioteca del intelectual, entregada, constituida por 10 mil volúmenes, para que sirviera de consulta a estudiosos y estudiantes.
El abogado Eric V. Franco, hijo del historiador, expresó que la directora del museo, Luisa de Peña, violó los términos pactados en junio del 2009, por Franklin J. Franco y el museo, y que en cambio ha mantenido dicha biblioteca bajo secuestro, ocultada en una especie de sótano y ajena al público.
Franco donó en junio de 2009 los 10 mil libros de su biblioteca al Museo de la Resistencia Dominicana, volúmenes que reunió durante 50 años de ejercicio de la docencia, la investigación y el ensayo.
Dice Franco que el caso será conocido por la Cuarta Sala de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional. Debido a que la biblioteca de su padre ha sido secuestrada y oculta en el sótano del Museo.
Franco, hijo, agrega que trataron por todos los medios de acercarse a Peña, pero siempre mantuvo una posición que califico de rígida y autoritaria, ante lo cual se optó por la vía de la demanda.
Refiere que la donación de la biblioteca de Fanklin J. Franco se hizo en julio del 2009, cuatro años antes de la muerte de éste, el 15 de junio de 2013 y que se estableció que estarían a disposición del pueblo dominicano, para jóvenes estudiantes, investigadores y profesores.
Eric V. Franco dijo que, en su calidad de hijo y parte afectada, y actuando además en defensa de todos aquellos dominicanos que estarían destinados a beneficiarse del bien donado, entabló en mayo del pasado año, una demanda civil en nulidad de dicho acuerdo de donación.
Establece dicho acuerdo que el Museo de La Resistencia, adecuaría un salón debidamente amueblado abierto al público, y sobre todo a estudiantes, investigadores, profesores y consultores, abierto durante todos los días laborables, y con una capacidad mínima de 30 personas, obligándose el museo incluso a contribuir anualmente con unos 100 ejemplares de nuevas obras.
“La señora Luisa de Peña está empeñada en mantener dicha biblioteca en una especie de hermetismo, como si se tratara de obras prohibidas, y es muy triste y lamentable que no se haya respetado el buen gesto y la buena voluntad de nuestro padre y reconocido historiador”.
“Mi deseo es que las obras sean de muy fácil acceso al público, pero igualmente, muy bien custodiadas en su uso, manejo y restauración por el personal del museo, o de cualquier otro museo que en lo futuro pudiese ser el donatario de dicha biblioteca”, concluyó el abogado.