La agenda-covid vino a imponerse en la vida nacional. Así fue en prácticamente todo el mundo y en el caso dominicano vino en el momento justo en que nos reponíamos de dos traumas electorales (el de las primarias peledeista y la suspensión de la votación municipal), asistimos a un tercer certamen, quizás un cuarto, renovando las mismas esperanzas.
Fijadas para el 5 de julio está la convocatoria extraordinaria a elecciones para la primera vuelta presidencial y la elección de senadores y diputados en sus vertientes (territoriales, nacionales, de ultramar y organismos internacionales). Para estos últimos ese día cinco es el Día D, de manera literal “no tendrán mañana”.
Los senadores tienen un alcance que, por la prestancia en algunos casos o por su desempeño en la vida nacional en círculos al margen de lo político, han logrado atención de la prensa y se discuten las posibilidades de reelección de muchos. Además de que el proceso de alianzas con un solo candidato es mucho más fácil, permitió que otrora enemigos se animaran a marchar juntos en la conquista del poder… política al estilo dominicano, no hay dudas.
Dos cosas hay que considerar para quienes quieren ocupar la curul senatorial en representación de sus provincias: en estas elecciones cuenta el voto independiente, cada cual debe buscar sus votos y no con el “empuje” que significó el trabajo de los diputados en las mismas boletas: claro que lo que no es igual no es ventaja, ahora esa fuerza será determinante mientras se mantenga la fidelidad del voto por el partido.
Tendremos tiempo para analizar post proceso. No comeremos ansias, aunque los días en esta mitad de mes se hacen eternos y afloran mezquindades y retaliaciones en un proceso complejo, con esquivas miradas y secretos tras mascarillas.
¿Dónde están los aspirantes a diputados y diputadas?
Solo en publicidad objetiva (vallas y afiches) es posible ver a algunos. Se han convertido en fantasmas, una política de ausentismo y asistencialismo que no deja tegua a quienes no han sido lo suficientemente creativos como para no pasar inadvertidos. No falta quienes se han excusado en la restricción del horario o cualquier limitante para evitar entrar al ruedo.
En el caso de la provincia de Santiago tiene disponible 18 plazas para diputados en sus tres circunscripciones. En la boleta preliminar, porque aún al momento de redactar este trabajo no tenemos la certeza de qué sucederá en la boleta de algunos partidos o si ya ha sido impresa la misma con los “errores” que se denunciaba tener.
Pero en números quienes aspiran totalizan 134 personas. Por la circunscripción número 1 se presentan 64 candidatos y candidatas quienes optan por uno de los ocho puestos; en la dos que tiene disponible 4 curules corren unos 26 aspirantes y en la difícil circunscripción número 3 unos 44 miden fuerza para los seis puestos.
Los manuales más elementales definen a las campañas electorales como esfuerzos competitivos donde los candidatos y los partidos políticos para ganar el apoyo de los electores en el periodo que precede a una elección. Los candidatos recurren a una diversidad de técnicas para atraer votantes, desde comparecencias en público y mítines hasta el uso de publicidad en los medios masivos de comunicación.
Pero Se ha quebrado el interés por los diputados o es que la política en tiempos de Coronavirus hace que se apueste más al día de las votaciones que al proceso para llegar a él. La creatividad parece nula en algunos equipos frente al estado de crisis, candidatos que parecen frisados esperando que “algo suceda” y otros en la vieja usanza de patrocinar encuentros, ahora “con distanciamiento social”; las redes abusadas por mediocres campañas que tienen la osadía de colocar en televisión abierta spot amateur que provocan menos que vergüenza.
Pero son los menos. Al menos en la difícil y compleja plaza de Santiago, hemos tenido en la generalidad, una fantasmal campaña para diputados y diputadas. Ni hablar de las “propuestas”…