Por Dorian Rosario.
La familia es el primer ámbito social del ser humano, donde aprende los primeros valores, y principios de la vida. Es un grupo social con una base afectiva y formativa, donde conviven personas unidas por lazos de amor con un proyecto en común, o por matrimonio, adopción o parentezco. La familia es la célula básica de la sociedad, desde el principio de los tiempos las civilizaciones nacieron con alguna forma de organización familiar, que fue variando a través de evolución de la humanidad.
En las últimas décadas, la sociedad ha experimentados cambios importantes los que también se reflejan en el seno familiar; en estas circunstancias adquiere una relevantes importancia el amor y afecto hacia nuestros hijos, pero no es solo sentirlo, es también demostrarlo y expresarlo con frecuencia.
Todas las personas, y en especial los niños, tienen necesidades diversas. Entre estas necesidades, unas de las más difíciles de identificar son las afectivas, ya que constituyen estados internos que pueden no ser evidentes para los demás. Pero no por ser menos evidentes son menos importantes, pues la satisfacción de las necesidades afectivas tiene un papel fundamental en las conductas y las relaciones que establece el niño, tanto en la infancia como en sus relaciones futuras.
Estas manifestaciones de afecto deben modificarse y adaptarse a la edad de los menores, proporcionándoles un puente que les permita desarrollarse plenamente desde la infancia hasta la vida adulta. La calidad de estos vínculos afectivos influye decisivamente en la autoestima y el auto concepto de los niños, de manera que el afecto está ligado directamente a las relaciones que establecen con los miembros de la familia, los hermanos, los amigos e incluso en las futuras relaciones de pareja.
Si queremos que nuestros hijos sean capaces de establecer relaciones satisfactorias con otros niños, debemos cuidar nuestras relaciones de afecto con ellos, ya que lo que ocurre en la familia, tiene su reflejo en la vida del niño con sus compañeros. La relación que establecemos con nuestros hijos tiene una gran importancia en lo que ellos sienten y piensan de sí mismos. Tanto la falta de afecto como la sobreprotección pueden influir negativamente en el desarrollo de nuestros hijos.
La forma en la que los miembros de la familia se relacionan es el primer modelo que siguen nuestros hijos a la hora de relacionarse. Escuchar a los hijos es un elemento básico, escuchar lo que ellos tienen que decir porque son una parte importante de la familia, además de implicar a nuestros hijos en las decisiones cotidianas. Una manera de demostrar el grado de importancia que ellos tienen para nosotros es incluir los siguientes elementos en nuestra relación familiar:
- Tiempo: Es permitirle compartir ideas, emociones, inquietudes y temores. Gozar de las famosas recetas imaginarias como el café en tacitas plásticas o la comidita que ellos preparan con hojas del patio es un deleite. El tiempo transcurrido en actividades agradables creará memorias que ellos atesorarán siempre.
- Ser el modelo: Enseñar los valores prácticos a tus niños modelando esos valores. Admitir cuando has incurrido en una equivocación y disculparte recordando que los influencias más con acciones que palabras. Recuerda que eres el primer héroe de tu hijo.
- Escucha tus niños. Desarrollas la autoestima en tus hijas cuando demuestras interés y atención en lo que tienen que decir. El mensaje de un niño es uno de sus regalos más esenciales. Escúchalos con tus ojos, oídos, y corazón.
- Disciplina con amor: Los niños necesitan pautas y límites seguros, necesitan aprender el valor de ser responsables de sus opciones y acciones. Con disciplina los niños disfrutan la libertad de explorar el mundo con seguridad y alcanzar su potencial más alto.
- Estimular y motivar a tus hijos: Hay palabras que no se olvidan, que nos dan confianza y refuerzan nuestra autoestima. Reconocer verbalmente los talentos especiales y las realizaciones de tus niños es algo muy gratificante para ellos.
- Compartir tus experiencias con tus niños: Quién podría olvidar esas anécdotas de las abuelas o las grandes historias de los abuelos, compartir las experiencias con los niños es una manera de dirigirlos ya que tus experiencias pueden ayudarlos a tomar decisiones correctas.
- Amar y apoyar a tus niños incondicionalmente: El amor es un regalo incondicional del corazón; no es una recompensa por buen comportamiento. Dejar a tus niños saber que los amarás y apoyarás en cualquier situación crea un gran sentimiento de confianza. Tus niños acudirán a ti ante cualquier problema que haga frente.
A medida que hacemos fuerte nuestro amor propio, se eleva nuestra autoestima, y podemos dar amor y afecto a nuestros hijos y demás familiares con más conciencia, aceptamos nuestra realidad con más facilidad, condición que nos ayuda a tomar decisiones certeras que nos hacen estar en paz con nosotros mismos y ser felices.
Tomando en cuenta siempre los tipos de familias que componen las sociedades para hacer un mejor ejercicio en nuestra demostración afectiva como son:
La familia nuclear o biparental es lo que conocemos como la familia típica, es decir, la familia formada por un padre, una madre y sus hijos. Las sociedades, generalmente, impulsan a sus miembros a que formen este tipo de familias.
Familia adoptiva: Este tipo de familia, la familia adoptiva, hace referencia a los padres que adoptan a un niño.
Familia sin hijos: Este tipo de familias, las familias sin hijos, se caracterizan por no tener descendientes.
Familia Monoparental: La familia monoparental consiste en que solo uno de los padres se hace cargo de la unidad familiar, y, por tanto, en criar a los hijos. Suele ser la madre la que se queda con los niños, aunque también existen casos en que los niños se quedan con el padre.
Familia de padres separados: En este tipo de familia, que podemos denominar familia de padres separados, los progenitores se han separado tras una crisis en su relación. A pesar de que se nieguen a vivir juntos deben seguir cumpliendo con sus deberes como padres.
Familia compuesta: La familia compuesta, se caracteriza por estar compuesta de varias familias nucleares. La causa más común es que se han formado otras familias tras la ruptura de pareja, y el hijo además de vivir con su madre y su pareja, también tiene la familia de su padre y su pareja, pudiendo llegar a tener hermanastros. Se trata de un tipo de familia más común en entornos rurales que en los urbanos.
Familia extensa: Este tipo de familia, se caracteriza por la crianza de lo hijos está a cargo de distintos familiares o viven varios miembro de la familia (padres, primos, abuelos, etc.) en la misma casa.
En resumen la idea es identificar la complejidad de la familia a la que pertenecemos, la que formamos y de la que procedemos para entonces potencializar nuestros afectos en función de la característica de cada uno de los miembros.
La autora es Psicóloga Escolar, egresada UASD
07-05-19