
Por Editorial Camino.
EL pasado 2 de junio el presidente de la República, Lic. Luis Abinader, recibió en su despacho una comisión de las comunidades enclavadas en la Cordillera Septentrional. Esta estaba encabezada por el sacerdote Ramón Ramos, Nino.
Fue un encuentro cordial y sincero. El Mandatario escuchó la situación de olvido, por la cual atraviesan los campesinos de esa zona, sobre todo por la falta de caminos vecinales, y ordenó el arreglo inmediato de esas vías de acceso que por décadas ha postrado a estos hermanos de la montaña a vivir en una pobreza perenne.
Esta postura de apertura mostrada por el presidente Luis Abinader, contrasta con la actitud asumida por muchos funcionarios de la presente administración, quienes se alejan de la gente, son inaccesibles, olvidando que están de paso y que su vocación de servicio debería ser su carnet de identidad. Cerrar las puertas de sus oficinas, utilizar la excusa de que están en reunión, para no atender a las personas que desean conversar con ellos y comenzar a negar su origen social, echa por el suelo lo que prometieron en campaña.
Actuar de forma paralela a los lineamientos enarbolados por el Presidente es ponerle trabas a la gestión de gobierno que él desea implementar. Y quienes más sufren, con su forma de actuar, es la gente humilde de este pueblo, que ve tronchados sus anhelos de una vida mejor.


