Por Editorial Periódico Camino.
El desconfinamiento que lentamente comenzamos a vivir nos acerca a un nivel de normalidad que siempre será distinto a los días anteriores al covid-19. Ahora entramos a una nueva etapa de cotidianidad, llamada covidianidad. Esta realidad supone cambios profundos a nivel personal y comunitario.
Los sobrevivientes de esta pandemia tenemos que aprender la lección viviendo ligeros de equipaje, sabiendo que somos peregrinos, que estamos de paso por este mundo y que las riquezas adquiridas tendrán razón de ser si
las compartimos con los más necesitados, con aquellos a quienes les falta hasta lo indispensable para llevar una vida digna.
Recordemos que durante los días más angustiosos del covid-19 todos anhelábamos volver a la normalidad. Soñábamos con vencer los días de aislamiento total. Las noticias nos aterraban, viendo marchitarse la vida de tantas personas que hoy no están con nosotros.
Nos alegra que la normalidad esté regresando, pero queremos una normalidad distinta. No aquella que se hace cómplice de la corrupción a
todos los niveles y que nos impide crecer. No queremos volver a la normalidad de ver a tantos dominicanos viviendo en la pobreza extrema y poniendo su esperanza de una vida mejor en los juegos de azar. No queremos volver a la normalidad de ver los feminicidios como cifras frías. No es una operación matemática. Jamás olvidemos que en cada acto violento contra una mujer está presente la muerte.
No queremos volver a la normalidad de ver a políticos cuya meta es la riqueza fácil a costa de los excluidos de la sociedad, y que no haya consecuencias para ellos.
No queremos volver a la normalidad de ver que en nuestro país muchas leyes son letras muertas que solo deben ser cumplidas por los que no tienen apellidos sonoros, y no tienen padrinos en ningún estamento de la sociedad.
No queremos volver a la normalidad de la indiferencia frente al que sufre, y menos hacer nuestra la expresión del sálvese quien pueda.
La normalidad que deseamos es aquella en donde la justicia social sea la base sólida que nos permita construir la nación que anhelamos.
Hacia esa meta debemos llegar. Podemos.