Por: Luis Córdova
Fue el socialista alemán Ferdinand Lassalle (y no Balaguer) quien dijo que “la Constitución era un pedazo de papel”.
Resulta que desde que el viejo caudillo abandonó, para no volver, el capitolio dominicano, todos los presidentes que les han sucedido han tocado la carta magna, todos.
Paradojas de la vida, a quien signaron como el incesante tejedor de circunstancias, en el ejercicio de sus 22 años de poder se manejó con la misma, bien o mal, esa es la historia.
El liderazgo de relevo ha sido incapaz de pactar una regla de juego de largo alcance.
La mezquindad campea. Un esfuerzo del país como la constitución de 2010 (la de Leonel), vino a estropearse de nuevo por lo meramente electoral, igual que con la nefasta empresa de Mejía, aunque evidentemente con distinta suerte.
Se insiste, desde que prácticamente se instaló el presente gobierno, en que hay que reformar la constitución. De manera formal se anunció el 18 de agosto de 2021 y en estos días vuelven a tratar de imponerla como tema, un debate irreal.
Desde entonces hasta ahora la pretendida “reforma”, también ha sido reformada.
Si la “consolidación de independencia del Ministerio Público” es la excusa o motivo, debemos esperar.
Hay demasiada fe hacia unos altares que no ha producido el primer milagro.