Opinión

La vida que agrada a Dios

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Por: Karleny Cabrera

¡Cuántas personas andan por ahí con el anhelo de agradar y servir a Dios de todo corazón! Sin embargo, no pueden cumplir tal deseo porque su atracción a las cosas que descontentan al Espíritu Santo es una fuerza impulsora que los atrae a realizar todo lo contrario a lo establecido en los mandamientos de Jehová.

Lo cierto es que del tema en cuestión hay mucha tela que cortar. Lo primero es que quien desea acercarse a Jesús y agradarle con su estilo de vida debe, ante todo, reconocer su necesidad de Dios y que él es único que tiene poder para estabilizar al ser humano.

Ese reconocimiento de la falta de Jesús en tu vida te llevará, sin lugar a dudas, a hablar con él, es decir, a la oración que es esencial en la vida del cristiano. Mientras no se estableceuna comunión con Dios, no se podrá seguir avanzando en la mejora de vida, pues, por medio del clamor se le deja saberal Todopoderoso que, en verdad, queremos acercarnos a él.

El individuo que desea desarrollar una vida que agrade a Dios debe, también, alejarse del pecado, es decir, renunciar a hábitos que deshonran al Señor y sustituirlos por nuevas costumbres que aporten al crecimiento de la vida espiritual.

Muchas personas caen en el error de creer que ayunar para agradar a Dios lo es todo y, no es así. El recurso del ayuno es un elemento fundamental para la vida del creyente, mas no lo es todo, pues, en primera de Samuel, capítulo quince, versículo veintidós las Santas Escrituras dicen que vale más la obediencia que los muchos sacrificios.

La vida que agrada a Dios es la de las personas que se alejan de la práctica del pecado y asumen el reto de ser nuevas criaturas, como dice la Biblia en el libro de segunda de Corintios, capítulo cinco, versículo diecisiete, cuando cita: “De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

La mejor manera de obedecer a Jehová Dios es sirviéndolesobre todas las cosas y amando a nuestros semejantes, así como a nosotros mismos, ya que, en el libro de Gálatas, capítulo cinco, verso catorce el Señor nos dice que todos sus mandamientos se resumen en uno solo: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

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