
Por: J. Luis Rojas
En República Dominicana, igual que en otros países del mundo, en los que prevalecen las reglas que rigen el comportamiento y las relaciones del libre mercado, el cual se caracteriza por ser un sistema económico donde los precios de los bienes y servicios son determinados principalmente por la oferta y la demanda, las élites económicas y políticas no tienen obstáculos para unir y desarrollar esfuerzos, creatividad y recursos que les permitan establecer y mantener los más diversos y sutiles mecanismos de persuasión y manipulación, buscando con ellos legitimar los mensajes que sustenten sus respectivas narrativas. Los tutumpotes dominicanos tienen suficiente experiencia legitimando sus bellaquerías con creativos y costosos mensajes masivos.
Desde la mirada de las élites económica y política de cualquier país, elaborar, difundir y legitimar una narrativa que blinde sus intereses, es, sin duda, una decisión estratégica y alta prioridad. Nadie mejor que los que controlan el poder economismo y político de un país, conocen los efectos que produce la difusión continua de mensajes alienantes e idiotizantes en la toma de decisiones, actuaciones y comportamiento en aquellos segmentos de las audiencias huérfanas de pensamiento crítico.
Por lo general, detrás de los mensajes que elaboran y difunden las élites siempre subyace la intensión de legitimar prácticas ilícitas, así como de ocultar lo mal hecho. En todas partes del mundo, incluyendo a RD, los sustentadores de las grandes riquezas materiales, para disfrazar sus malas acciones, construyen narrativas, las que, además, facilitan el dominio mental de los que tienen menos capacidad crítica. En la sociedad dominicana, determinados representantes de los grupos de poder nunca han renunciado a la idea de usar la fuerza influenciadora que se ejerce desde el sistema mediático imperante.
Como dice el refrán popular: “los hechos hablan por sí solos”. Las élites emplean todos los medios y recursos a su alcance para posicionar sus mensajes persuasivos y manipuladores. Por ejemplo: contratación de profesionales del neuromarketing carentes de ética, acuerdos con mercenarios de la comunicación, asalariar a influencers inorgánicos, sonsacar a opinadores públicos sin credibilidad, creación de grupos simbólicos de presión, intimidación de jueces, compra de legisladores, patrocinio de eventos académicos, aplicación de la inteligencia artificial al margen de la ética para enmascarar la mentira de la verdad, entre otras maniobras macabras. Son muchos y variados los esfuerzos que emprende la aristocracia para legitimar con distintos mensajes sus hechos, acontecimientos, situaciones y comportamientos aberrantes.
Refriéndose a los esfuerzos deliberados que cada día realizan las élites para lograr el dominio mental de los individuos, el destacado investigador Pedro Baños ha expresado lo siguiente: “Lo más preocupante de la forma en que las élites se hacen poco a poco con el control es su silencioso caminar, su sutileza. El reto que supone desenmascarar la manipulación en la que vivimos está muy bien ilustrado a través de las magistrales campañas diseñadas para que creamos que surgen espontáneamente como movimiento social, como despertar revolucionario o levantamiento de protesta y empoderamiento”.
Parecería que Baños conoce los extraños propósitos que enarbola la denominada Antigua Orden Dominicana, así como el activismo mediático patrocinado por los dueños de las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), con la finalidad de desacreditar y desarticular el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa), la cual opera como ARS pública. Además, todo parece indicar que el autor de “El Dominio Mental”, Pedro Baños, detectó la cucaramacara que pretendieron fabricar los periodistas y comunicadores incondicionales de los propietarios de la discoteca Jet Set, los cuales ha hecho lo imposible por legitimar malas prácticas administrativas, usando la narrativa como recurso mediático. “Quien diga que no está manipulado se equivoca. Todos estamos sometidos a un constate influjo de opiniones y estímulos que moldean nuestra visión y pensamiento a lo largo de nuestra vida”. (Pedro Baños, El Dominio Mental, 2022).
Las élites dominicanas para incrementar sus riquezas materiales, son capaces de pactar hasta con Satanás. Un ejemplo fehaciente de ello fue el extraordinario y costoso cabildeo que realizaron los dueños de las principales entidades financieras del país, con el objetivo de lograr que los dirigentes de las organizaciones políticas, los miembros del Congreso Nacional, los expresidentes de RD (Leonel Antonio Fernández Reyna, Rafael Hipólito Mejía Domínguez y Danilo Medina Sánchez), les aprobaran la Ley 87-01, la cual crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS). Es decir, los representantes del sector financiero y empresarios extranjeros y dominicanos, crearon, difundieron y posicionaron una narrativa para legitimar una ley que solo ha servido para incrementar y salvaguardar sus enormes riquezas.
Es innegable, los representantes de la nobleza dominicana cuentan con los recursos suficientes para blanquear su borrosa reputación y lograr visibilizarse como personas integras, honestas y éticas. Por más que se pretenda usar la inteligencia artificial como medio para falsear la verdad, ésta siempre brillará. Como ha manifestado Pedro Baños: “Solo si conocemos en qué consiste y cómo se consigue esta forma perfecta de dominación mental, tendremos la oportunidad de ofrecer cierta resistencia a ella y preservar nuestras libertades. Aferrémonos, pues, a esa posibilidad porque todos, niños, adolescentes y adultos, estamos aún a tiempo de desintoxicarnos, de desengancharnos del dominio mental, utilizando el arma más potente de la que disponemos: pensar por nosotros mismos”.


