Por: J. Luis Rojas
Por lo general, la percepción que muchos tienen del talento humano que ofrece sus conocimientos, habilidades y experiencias en una agencia o institución de la Administración pública, es negativa. En República Dominicana, igual que en otros países del mundo, de manera errada, el servidor público es percibido como un individuo que carece de competencias para ocupar una posición y desarrollar una determinada función en la Administración pública. Además, se piensa que quien trabaja en una entidad del Estado, lo hace por sus vínculos con miembros prominentes de la organización política que administra los recursos públicos.
Sin dudas, en una sociedad como la dominicana, en la que tener un trabajo estable es un privilegio, siempre existirá la posibilidad de que en algunas instituciones de la Administración pública se nombren personas provenientes del partido político que sustenta el Poder Ejecutivo. En los últimos 23 años, la Administración pública dominicana se ha modernizado bastante. Por ejemplo, se cuenta con el Ministerio de Administración Pública (MAP), existe la carrera para garantizar la estabilidad y el desarrollo profesional de los servidores públicos meritorios, la mayoría de las entidades públicas disponen de mecanismos confiables para reclutar, seleccionar y evaluar a su talento humano.
Como se sabe, el objetivo esencial de la Administración pública es conocer y satisfacer las necesidades de los ciudadanos/clientes. Es decir, la misión de los servidores públicos, sin importar sus funciones y jerarquía dentro de las instituciones del Estado, consiste en ofrecer servicios oportunos y de calidad a todos los ciudadanos, los que al fin y al cabo son los que con sus impuestos pagan los salarios del talento humano que labora en el Estado. Hay que estar consciente de que no cualquier pelafustán posee los valores éticos y la vocación de servicio que se requieren para ser un servidor público honesto, ético, transparente y empático, capaz de tratar con cortesía y respeto a todos los ciudadanos.
La Administración pública es un excelente lugar para los que tienen vocación de servicio y quieren hacer aportes significativos al desarrollo de su país. De hecho, la Administración pública no es el ámbito adecuado para acumular riqueza material. La calidad y pertinencia del servicio público que reciben los ciudadanos cada vez que acuden a una agencia pública, suman o restan valor a la imagen del gobierno de turno. La buena o mala gestión gubernamental suele reflejarse en la prestación de los servicios públicos.
Los que por una u otra razón deciden trabajar en el entorno de la administración pública, deben tener en cuenta que son servidores públicos 24/7. Los servidores públicos que aman disfrutan y respetan lo que hacen, sienten aprecio por todos los ciudadanos/clientes, sin importar el estatus socioeconómico, preferencia política y creencias religiosas de ellos. Ellos saben que la vocación de servicio es el factor sustancial de la prestación de los servicios públicos.
Se ha comprobado que los servidores públicos que llegan a la Administración pública por la vía correcta ponen en práctica lo siguiente:
- Dan trato humano a todos los ciudadanos/clientes con los que se relacionan
- Entiende las necesidades y expectativas de los ciudadanos-clientes
- Son comprensivos, tolerantes, amables, empáticos, asertivos, éticos y transparentes
- Ofrecen informaciones oportunas, completas y claras
- Se empeñan en conocer la institución en la que laboran
- En su relación con los ciudadanos/clientes, siempre dejan huellas positivas, no cicatrices
- Practican el trabajo colaborativo
- Dan la milla extra, no tiran la toalla
- Desarrollan y ejercen la resiliencia
- La vocación de servicio está en su ADN
En su artículo 78, la Ley 41-08 de Función Pública, establece que el régimen ético y disciplinario de los servidores públicos, sin importar la naturaleza de su vínculo funcionarial, está dirigido a fomentar la eficiencia y eficacia de los servicios públicos y el sentido de pertenencia institucional, a fin de promover el cumplimiento del bien común, el interés general y preservar la moral pública.
Además, la referida ley, en su artículo 79, establece que los deberes de los servidores públicos son los siguientes:
- Cumplir y hacer cumplir la Constitución de la República, las leyes, los reglamentos, manuales, instructivos, y otras disposiciones emanadas de autoridades competentes;
- Prestar el servicio personalmente con dedicación, eficiencia, eficacia, honestidad e imparcialidad en las funciones que se le encomienden de acuerdo con su jerarquía y cargo;
- Cumplir la jornada de trabajo, dedicando la totalidad del tiempo al desempeño íntegro y honesto de sus funciones;
- Obedecer toda orden de su superior jerárquico que tenga por objeto la realización de servicio acorde con las funciones propias y complementarias del servidor público;
- Actuar imparcialmente en el desempeño de sus tareas dando trato y servicio por igual a quien la ley señale, sin discriminaciones político partidista, de género, religiosas, étnicas o de otro tipo, absteniéndose de intervenir en aquellos casos que puedan dar origen a interpretaciones de parcialidad, así como con otros criterios que sean incompatibles con los derechos humanos;
- Responder del ejercicio de la autoridad que les haya sido otorgada y de la ejecución de las órdenes que impartan y por la que corresponde a sus subordinados;
- Dar un tratamiento cortés y considerado a sus superiores, compañeros de labores y subordinados, y compartir sus tareas con espíritu de solidaridad y unidad de propósito;
- Observar permanentemente en sus relaciones con el público toda la consideración y cortesía debidas a la dignidad de éste;
- Guardar la reserva y confidencialidad que requieren los asuntos relacionados con su trabajo, y especialmente los concernientes al Estado debido a su naturaleza o en virtud de instrucciones especiales, aún después de haber cesado en el cargo;
- Denunciar ante cualquier superior jerárquico los hechos ilícitos y delictivos de los que tuvieran conocimiento;
- Hacer del conocimiento de las autoridades correspondientes los hechos que puedan perjudicar al Estado, a la sociedad y al órgano o entidad en donde laboran;
- Desarrollar las iniciativas que sean útiles para el mejoramiento del servicio;
- Vigilar y salvaguardar los intereses, valores, bienes, equipos y materiales del Estado, principalmente los que pertenezcan a su área de trabajo o estén bajo su responsabilidad;
- Responder por el oportuno y debido manejo de los documentos, expedientes y útiles confiados a su guarda o administración, procurar con esmero su conservación y rendir debida y oportuna cuenta de su utilización, tramitación y cuidado;
- Atender debidamente las actividades de inducción, formación y capacitación y efectuar las prácticas y las tareas que tales actividades conlleven;
- Cualquier otro que se encuentre previsto en el ordenamiento jurídico.
En resumidas cuentas, los servidores públicos éticos, cortés, honestos, con vocación de justicia, leales, escrupulosos, empáticos y con probada vocación de servicio, son los mejores aliados de la Administración pública y del buen desempeño de una gestión gubernamental. Muchos gobiernos ven destruirse sus activos intangibles (reputación, credibilidad, confianza, permiso social, capital relacional, imagen pública, etcétera) por la mala calidad humana y profesional de los servidores públicos que trabajan en las agencias o entidades del Estado.