Por: Rafael A. Escotto
¡Esa voz maravillosa! Me detengo y oigo un canto que parece partir desde el cielo para fascinar el universo. Me pregunto: esa mágica voz, ¿La habré escuchado alguna vez con el oído absoluto de la música? alguien me dijo que fue La voz de América Latina. ¡Si, lo creo firmemente! ¡No hubo otro canto más maravilloso que el de ella! Siempre se pensó que fue la Mamá grande, La negra con la voz más impresionante.
Mientras caminaba por el boulevard a orillas del mar del Plata escuché desde el fondo prodigioso de su canto una melodía a Alfonsina. Ella fue la musa de la poesía, la tucumana madre de las sirenas. La cantora de la «Zamba para no morir».
Otro dia, mientras transitaba por La calle angosta de Buenos Aires, cuyo titulo es una cancion, oí su voz extraordinaria. Unos pasos más adelante me paro frente a un teatro donde se llevaba a cabo un espectaculo multitudinario y alcanzo a ver en el proscenio aquella figura grandiosa en un «Homenaje a la cantautora Violeta Parra». Aquel canto militante parecia envolver en su poesia a toda la America del Sur.
En ese momento Mercedes Sosa cantaba «Defensa a Violeta Parra», con letras de Nicanor Parra. Me estremecí de emoción cuando oi aquella voz soberbia y humana entonar esta canción:
«Gracias a la vida que me ha dado tanto/.Me dio dos luceros que/cuando los abro/perfecto distingo lo negro del blanco/y en el alto cielo su fondo estrellado/Gracias a la vida que me ha dado tanto/Me ha dado el oído que, en todo su ancho/graba noche y día grillos y canarios/martillos, turbinas, ladridos, chubascos/y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto/Me ha dado el sonido y el abecedario/con él las palabras que pienso y declaro: madre, amigo, hermano, y luz alumbrando/la ruta del alma del que estoy amando/».
Mercedes cantó esa noche en el recital a Violeta «Los hambrientos piden pan. El público presente enmudeció de pesar al oir con la ternura y el dramatismo que ella interpretó esta canción tambien conocida como La carta. He aqui unas estrofas:
«Me mandaron una carta/por el correo temprano/. En esa carta me dicen/que cayó preso mi hermano/y, sin lástima, con grillos/por la calle lo arrastraron, sí/.La carta dice el motivo/que ha cometido Roberto:haber apoyado el paro/que ya se había resuelto/.Si acaso esto es un motivo/presa también voy, sargento, sí/.
Yo que me encuentro tan lejos/esperando una noticia/me viene a decir la carta/que en mi patria no hay justicia: los hambrientos piden pan/plomo les da la milicia, sí/.»
El canto La voz de la zafra grabado en la plenitud de su juventud, olisquiaba a sudor; significó una ofrenda de la cantautora Mercedes Sosa a los obreros del campo del mundo. Es una canción de reproche social llena de energia contra la explotación del hombre en las granjas. Ese canto la convirtió, junto a Atahualpa Yupanki, en la personificación de la lucha contra las injusticias sociales y la discriminacion del indigena americano. Dice asi:
«La piel del indio te enseñará/Todas las sendas que habrás de andar/Manos de cobre te mostrarán/Toda la sangre que has de dejar/Es el tiempo del cobre/Mestizo, grito y fusil/Si no se abren las puertas/El pueblo las ha de abrir/La copla no tiene dueño/Patrones no más mandar/La guitarra americana/Peleando aprendió a cantar».
De este nuevo arte, en «El grito de la tierra», Mercedes Sosa encarnó el anhelo de la pachamana de servirle de motivo al hombre para cultivar la tierra, lejos de abuso y de codicia. Este canto debe de ser valorado como un himno a la iberación del campo del latifundismo irracional.
Haydeé Mercedes Sosa, máxima expresion del folklor argentino, de protesta, de legistimacion de America Latina. Como integrante del Movimiento del Nuevo Cancionero, intentó renovar el folklore, dejando lo transitorio para poner la música en la vida cotidiana del hombre argentino, sus tristezas y alegrías.
El 4 de octubre, aniversario de su fallecimiento, queremos reverenciar su memoria y su grandeza escribiendo esta especie de homenaje el cual termino con una frase de la propia Mercedes Sosa:
«La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente, el compartir una empanada, un vino…»
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