Por Editorial Católico Camino.
Cuando un pueblo se hace indiferente frente al dolor de los que sufren, su presente se hace insoportable, y el futuro presagia soledad, tristeza y muerte. Es lamentable que en nuestro país estemos transitando por esta ruta de violencia. Ya en muchas familias la armonía hace tiempo que desapareció.
En los barrios y campos observamos hechos que destruyen la convivencia fraterna, porque el consumo de alcohol y drogas crece cada día, sobre todo los fines de semana. Los resultados de este estilo de vida con frecuencia se tiñen de sangre.
Apenas estamos en el segundo mes del año y las tragedias han tocado las puertas de muchas familias. Los feminicidios aumentan, y los robos y atracos no se detienen. Vivimos en una zozobra constante.
Hay familias que lloran por la ausencia del ser querido a quien le arrebataron la vida para robarle, a la vez que sufren la impotencia de no saber quién fue el responsable de esa acción criminal, no para tomar venganza, sino para que pague su culpa y así evitar que ese malhechor siga haciendo daño.
Ahí tenemos el caso de Domingo Bretón, hermano de Monseñor Freddy Bretón, Arzobispo Metropolitano de Santiago. Hace un mes de este hecho que consternó al país y todavía los culpables no han sido apresados.
Hacemos un llamado a las autoridades para que no sigan pasando los días sin que sepamos quienes fueron y dónde están los que cometieron este crimen.
Necesitamos con urgencia frenar la violencia que nos azota.