Por Editorial Semanario Camino
Las personas que padecen enfermedades terminales están pasando por momentos muy difíciles. El alto costo del tratamiento que necesitan acelera su final, y más cuando proceden de familias pobres.
Este drama es mayor cuando los pocos bienes que poseen tienen que venderlos dejando a sus descendientes en el desamparo.
Es doloroso presenciar estos casos,y más cuando no encuentran las manos solidarias que alivien sus penas. Cuántos de nuestros enfermos pudieran recobrar la salud si tuvieran la oportunidad de encontrar a tiempo los medicamentos y las atenciones médicas adecuadas. La indiferencia ante esta realidad que están viviendo tantos dominicanos lacera el alma.
Ya es hora de que el Estado destine mayores recursos para atender a este segmento de la población. También que la ayuda llegue a tiempo, haciendo menos burocrático el proceso para conseguir los medicamentos que llevarán esperanza de vida a las personas que ven deteriorarse su salud cada minuto, y no encuentran quien las socorra.
Enjuguemos las lágrimas de aquellos enfermos que en este momento lloran al sentirse solos, y sin los recursos económicos para adquirir los medicamentos que les permitirán alcanzar su salud. Cambiemos su tristeza por la alegría, y estemos a su lado ofreciéndoles nuestro apoyo sin límite.
“La enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana”
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