Opinión

Nicaragua arde y el Papa no habla 

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Por Luis Córdova
Han sido veintiséis los exjefes de Estado y de Gobierno de España y Latinoamérica que firmaron el documento que produjo la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), llamado “Declaración sobre el régimen Ortega Murillo y la persecución agravada de la libertad de religión en Nicaragua”.
Los firmantes le llaman “dictadura”, pero el término ha venido relajándose en el traspatio de una “democracia 2.0” demasiado autoritaria.
Las voces opositoras se extinguen en una Nicaragua ignorada, fuera de las tendencias de Twitter y exiliada del temario de los líderes de la región, concentrados en la incesante búsqueda del poder.
La verdad que sale en medios alternativos, los que sobreviven, cuentan de una represión contra sacerdotes católicos, la expulsión de Managua del mismo nuncio apostólico y la censura a medios de comunicación se cuenta al por mayor. Las almas diezmadas en las protestas de los últimos cuatro meses llegan al menos a 322 (personas sin armas de fuego en un 90%, según la Comisión de los Derechos Humanos).
Los exmandatarios le piden al papa que se pronuncie ante la “quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes de culto católico”. Pero su condena, aunque truene contra el suelo el cetro papal, ¿qué podría cambiar cuando la fe se agota?
Mientras tanto, la pareja presidencial adorna sus discursos con citas bíblicas.
Mientras Nicaragua arde y el Papa no habla, cerraremos nuestros ojos y entendemos las manos a ver quien se suma a rezar estos versos de Ernesto Cardenal:
“¿O es el olor del amor? Pero ese amor no es el tuyo.
Y amor a la patria fue el del dictador: el dictador”.
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