Editorial periódico Camino
Sus obras, y servicio a los demás marcaron sus pasos durante los años que vivió entre nosotros. Así fue el padre Darío Taveras, Misionero del Sagrado Corazón, MSC, a quien dijimos hasta luego el pasado uno de enero.
Los pobres fueron su desvelo. A ellos se entregó creando instituciones para que los más necesitados llevaran una vida digna. Ahí están La Fundación Monumento Viviente con sus proyectos: Escuela Flor del Campo, Escuela Técnica Casa Abierta, Hogar de Ancianos Tres Hermanas, Hospital de Ojos, Casa Universitaria Montecinos para que los estudiantes de los pueblos pudieran continuar sus estudios en la UASD. También fundó el Monte de Oración, en San Víctor.
El Padre Darío llegó a donde Dios con las manos llenas de obras que demuestran bien claro que él hizo suyo el mandato divino: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
Se nos marchó un gran dominicano. Esperamos que su ejemplo sirva de estímulo para todos los que deseamos tener una sociedad mejor.
Gracias padre Darío.
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