Opinión

Palabras de Gracias a cargo de Ángel Gabriel Almonte Castro en la XVIII Graduación Ordinaria, UTESA Dajabón

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Por: Ing. Ángel Gabriel Almonte Castro

Buenos días a nuestra honorable Rectora, Dra. Haydeli del Rosario Toribio; al Vicecanciller de Recintos maestro Ramón Aníbal Castro y miembro de la Junta del Senado de nuestra prestigiosa Universidad Tecnológica de Santiago; a la Rectora del Recinto de Puerto Plata, maestra Sol Graveley; a los distinguidos miembros del Claustro Universitario; a las autoridades legislativas, educativas y muy buenos días a mis compañeros y compañeras graduandos. Además, extiendo un cordial saludo a nuestros apreciados familiares, amigos y miembros de la prensa.

Hoy tengo el privilegio de dirigirme a todos ustedes en representación de los graduados de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA), Recinto Dajabón, en esta Decima Octava Graduación Ordinaria.

Antes de continuar, deseo elevar un sincero y respetuoso agradecimiento a Dios, quien ha sido luz, guía y fortaleza en cada etapa de este recorrido. En los momentos de incertidumbre, cuando los desafíos parecían sobrepasarnos, su presencia nos renovó la esperanza y nos permitió continuar con determinación.

Hoy celebramos un logro que no pertenece únicamente a quienes recibimos un título. Este paso que damos es también fruto del compromiso, la comprensión y el acompañamiento de quienes caminaron a nuestro lado. A nuestros padres, familiares, parejas y amistades, les expresamos nuestro más profundo agradecimiento. Gracias por su paciencia, por sus sacrificios silenciosos y por creer en nuestro potencial aun cuando nosotros mismos dudábamos. Este triunfo es tan suyo como nuestro.

A la Universidad Tecnológica de Santiago, gracias por ofrecernos un espacio donde nuestros sueños encontraron dirección y propósito; un lugar donde desarrollamos habilidades que no sabíamos que teníamos y donde aprendimos que cada meta alcanzada es solo el inicio de un nuevo desafío.

También quiero expresar nuestro más sincero agradecimiento a los profesores y autoridades académicas por su dedicación, paciencia y pasión por enseñar, que nos motivaron siempre a dar lo mejor. Gracias por abrirnos puertas, retarnos a pensar diferente y guiarnos con compromiso y excelencia.

Queridos compañeros, ahora me dirijo a ustedes: hoy es un día de celebración, pero también un día que nos invita a reflexionar sobre el camino que nos trajo hasta aquí; un camino que no siempre fue lineal, perfecto ni sencillo. Y es aquí donde deseo hacer énfasis y expresar que la vida, más que una sucesión de triunfos, es una sucesión de intentos y, muchas veces, de fracasos.

Aunque hoy estemos festejando recibir este título universitario, todos sabemos que llegar hasta este momento implicó equivocaciones, dudas, frustraciones y tropiezos. Hubo proyectos que no salieron como esperábamos, días en los que quisimos renunciar y noches en las que nos preguntamos si realmente podíamos lograrlo.

Pero cada una de esas caídas tuvo un propósito: nos enseñaron a levantarnos. Y es allí donde radica la verdadera esencia de la vida y del aprendizaje: en comprender que fracasar no es lo contrario de triunfar, sino parte esencial del camino hacia el éxito.

Por esto, hoy deseo reconocer no solo nuestros logros, sino también nuestros errores, porque fueron ellos los que desarrollaron en nosotros la resiliencia, la madurez y la fortaleza necesarias para llegar hasta este día. El fracaso nos formó tanto como nuestras victorias, porque nos enseñó a ser responsables, a ser humildes, a mejorar y, sobre todo, a no rendirnos.

Hoy no solo celebramos el final de una etapa, sino también el comienzo de nuevas oportunidades. El título que recibimos no es un punto final al aprendizaje, sino una llave que abre caminos hacia un futuro lleno de retos, pero también de posibilidades.

Quiero que esta etapa la iniciemos con una idea clara: en el mundo profesional, el fracaso seguirá siendo parte de la vida. Pero ahora estamos preparados, no para evitarlo, sino para enfrentarlo con la madurez y la seguridad que nos dio este proceso formativo. Porque la grandeza no está en no caer, sino en levantarse con más sabiduría cada vez.

Que cada uno de nosotros salga al mundo con la certeza de que tiene algo valioso que aportar. Que ejerzamos nuestra profesión con ética, pasión y responsabilidad. Que, dondequiera que estemos, podamos llevar con honor el sello de esta institución y afirmar con convicción: “Soy egresado de UTESA”.

¡Muchas gracias!

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