Palabras de Juan Ventura en el Almuerzo Aniversario de la Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN)
(Discurso pronunciado por el Presidente de la AIREN Juan Ventura)
Amigos y amigas, muy buenas tardes:
Antes que nada agradecemos de manera muy especial a nuestro invitado de honor, el Excelentísimo Señor Presidente de la República, Sr. Luis Abinader Corona, el concedernos esta primicia de ser el primer encuentro empresarial en donde él será el orador. Su presencia no solamente nos honra, sino que es una muestra de su interés y compromiso con esta región norte, su diverso sector industrial, su gente y sus instituciones. Un honor también para nosotros contar con una mesa de honor de grandes ligas, qué gran respaldo a nuestra asociación, sean todos bienvenidos a este encuentro.
No ha sido un terremoto de escala 8 ó 9, ni un huracán categoría cinco o una serie de estos eventos, una acción terrorista, una guerra o un maremoto lo que ha hecho que nos veamos precisados a redefinir nuestro mundo, nuestras prioridades de políticas públicas, nuestros enfoques productivos e incluso nuestras prioridades personales o familiares. Ha sido un simple virus, minúsculo, invisible al ojo…. Y, sin embargo, global. El COVID-19. La pandemia nos ha tocado a todos, de modo laboral o productivo, en términos de convivencia familiar y social. A unos, como es mi caso, de modo personal. Pueden estar seguros que donde quisiera estar ahora mismo es ahí con ustedes, pero es mi responsabilidad estar aquí.
Este microscópico virus ha evidenciado además que la globalización no es un tema exclusivamente económico y ha evidenciado que es imprescindible que nos demos cuenta de la necesidad que tenemos de equilibrio entre economía y vida humana, específicamente ha revelado la fragilidad de muchos sistemas de salud.
Mauricio Ramírez Villegas, Coordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas y Representante del Secretario General de la ONU en República Dominicana, señalaba que ésta crisis es “mucho más que una crisis de salud. Es una crisis humana. La enfermedad por el coronavirus (COVID-19) está atacando a las sociedades en su núcleo. El FMI acaba de reevaluar la perspectiva de crecimiento para 2020 y 2021, declarando que hemos entrado en una recesión, tan fuerte o peor que la de 2009. El FMI –sigue diciendo Ramírez Villegas- proyecta la recuperación en 2021 solo si el mundo logra contener el virus y tomar las medidas adecuadas para atenuar su impacto socioeconómico”.
Es, amigos y amigas, un escenario lleno de incertidumbres, pero también hemos mostrado que es un escenario donde la voluntad por superarnos está creciendo, donde el sentido de nación se ha hecho más grande, donde la solidaridad se ha hecho presente, donde el heroísmo silencioso, anónimo, abunda. Así lo vivimos y lo hemos vivido desde las industrias de la Región Norte.
Santiago es llamada la “ciudad corazón”, puedo afirmar que hoy nuestra nación es una “nación corazón” que late, se angustia y busca salidas a la difícil situación.
Nuestro país trabaja y ha trabajado alrededor de una agenda con dos puntos esenciales: salud y economía. Se ha buscado preservar la vida y seguridad de las personas (detener la epidemia, reforzar la capacidad del sistema de salud, proteger a la población más vulnerable), por un lado, y por el otro: restaurar la actividad económica lo más exitosamente posible.
Sin embargo, hemos de reconocer que la pandemia puso en evidencia nuestros puntos más vulnerables, entre ellos la necesidad de un sistema de salud mucho más fuerte, que gran parte de la población se encuentra en una posición tan precaria que le es difícil, por no decir imposible, asumir con éxito medidas de confinamiento como las que se dan en algunos países de Europa. Es por razones como estas que la recuperación económica es altamente prioritaria y que salud, economía y finanzas estatales constituyen un trío que ha de estar continuamente sobre la mesa de trabajo de todos nosotros.
Hemos de reconocer que el Estado dominicano ha dado las respuestas posibles en términos económicos ante la pérdida de empleo y ha fortalecido mecanismos de protección social; que ha actuado haciendo lo posible para mitigar los efectos negativos en las vidas de cientos de miles de dominicanos y dominicanas; que ha incrementado significativamente el gasto en el sistema de salud (gasto que habrá de mantenerse alto si queremos contar con capacidad de respuesta desde dicho sistema); reconocer que ha impulsado decisiones que contribuyen a que las empresas puedan mantenerse operando, aunque en la mayor parte de los casos has visto reducir sus operaciones.
También tenemos conciencia de que las finanzas públicas se ven cada día más extenuadas, que su capacidad de mantener y de incrementar una respuesta certera a la fragilidad de amplios grupos humanos se ha visto disminuida y que una extensión indefinida de la crisis bajo estas condiciones no parece posible.
En ese escenario, las empresas tenemos un rol clave, fundamental, de primer orden. Tenemos una presión tremenda para continuar operando, ser productivas, innovar, mientras todas las economías luchan por sobreponerse a la crisis y los cambios siguen rápidamente. Sin embargo, no es nada a lo que no estemos acostumbrados los empresarios, que en realidad somos una especie que se mantiene en continuo combate.
La realidad es que ante la pandemia tenemos dos posibilidades: o hundirnos en un mar de lamentaciones, quejas, de hacernos víctimas o, por el contrario, visualizar las oportunidades que nos está presentando y que nos anuncia y salir de ella fortalecidos.
¿Cuál está siendo el impacto de la crisis en las empresas que nos rodean? Todavía no hemos pasado balance, pero estamos seguros que habrá empresas ganadoras y perdedoras y otras que pueden considerarse golpeadas, pero capaces de sobreponerse.
Las empresas ganadoras son y serán las que apuestan a la oportunidad y al crecimiento, las que buscan cómo seguir invirtiendo en brechas que se abren o en fortalecer lo que ya venían desarrollando o en abordar nuevas maneras de hacer las cosas. Son y serán aquellas que sean capaces de visualizar el teletrabajo como posible e importante para diversas áreas de la empresa, incluso con mayor productividad, aunque plantee el desafío para muchas personas de conciliar su vida familiar con su vida laboral.
Las empresas perdedoras no quedan del todo descartadas, pero requieren de un esfuerzo fenomenal para salir de la crisis, para estar preparadas para cuando esta pase.
Lo que nosotros vemos son muchas oportunidades de negocio en el futuro. Vemos oportunidades para el país y nuestra marca-país. Vemos la oportunidad de sentarnos a negociar con competidores que al parecer se verán obligados a cerrar. La oportunidad de capturar una cartera de clientes que busca nuevos proveedores al perder a los tradicionales, tanto a nivel local como internacional.
Vemos la oportunidad de incrementar nuestras exportaciones. La oportunidad de avanzar hacia el incremento del empleo formal, de nuevas formas de capacitación de nuestros capital humano, de un desarrollo económico y social más inclusivo de todas las regiones.
Vemos la oportunidad de cambiar nuestro modelo de trabajo y entender que el teletrabajo –que ya estaba entre nosotros- se ha acelerado y que tiene enormes ventajas, pero que requiere desaprender los modos de gestionar, de liderar equipos, de medir la productividad, de supervisar… y, desde luego, de trabajar desde un espacio diferente al de una oficina o una fábrica.
Veo también la oportunidad de captar el talento que quede vacante procedente de quienes tengan que retirarse del mercado.
Amigos, amigas…
Cuando todo esto termine, cuando la pandemia sea algo “bajo control”, tendremos oportunidades, pero tenemos que ocuparnos desde ahora de qué hacer para aprovecharlas. Más aún, mis estimados, en medio de la crisis estamos teniendo oportunidades.
La pandemia y la crisis que hemos estado padeciendo han supuesto un duro golpe para los objetivos de política pública y para el bienestar de miles de dominicanos y dominicanas. En muchas familias las consecuencias han sido terribles. Esta situación nos obliga a revisar mucho de nuestros supuestos y prioridades y nos obliga a actuar con más intensidad e intencionalidad con un espíritu de nación.
Las oportunidades, indudablemente, se presentan. La pregunta es qué podemos hacer para que no nos pasen por el lado y no sepamos aprovecharlas.
Muchas son las cuestiones a plantear, pero en esta ocasión me permito enumerar algunas:
1º. Es momento de transformaciones profundas (mentales, políticas, culturales). Muchas de las grandes crisis de la humanidad –e incluso algunas en términos locales- significaron una apertura de las sociedades y los estados a transformaciones profundas. Con un nuevo gobierno y con una situación que pone las cuerdas tensas, estamos obligados a acelerar muchos cambios que estaban en camino y a redefinir el enfoque de otros. Ya nuestro presidente Luis Abinader dio una señal de esto cuando decidió declarar la industrialización como una prioridad nacional, muchas gracias, Señor Presidente.
2º. Una condición indispensable es la capacidad que tengamos el sector público y el sector privado de seguir trabajando juntos, así como el gobierno y las comunidades. De modo creativo, innovador, y desde lo específico de cada uno. Hoy, más que nunca, la nación ha de actuar como equipo, la sociedad entera debe unirse. Es una tarea inmensa que tiene por delante su liderazgo económico, político y social.
3º. Hemos hablado de problemas de financiamiento. No puede ser tarea que dejemos al Estado el definir el camino de este financiamiento, ha de hacerse bajo la búsqueda de consenso, pero ha de hacerse.
4º. No esperemos que las cosas sucedan. Asumamos la anticipación como criterio, como cultura. Abandonemos el espíritu de “chiriperos”, de “vivir al día” que en ocasiones nos embarga, siendo reactivos. Seamos más bien proactivos. Eso requiere corazones fuertes. La alfombra se mueve, pero estamos en pie y firmes, y listos para dar saltos.
Amigos, amigas.
Quiero hacer una advertencia. Esta crisis no es la primera ni la última. Otras se están gestando y tenemos la posibilidad de prepararnos mejor. Para mencionar, señalo una: la que tiene que ver con el cambio climático que no tardará en evidenciar la fragilidad de muchas de nuestras defensas, especialmente siendo una isla.
Necesitamos trabajo conjunto, necesitamos que la sociedad entera se una, necesitamos esperanza, ver las oportunidades y saber que lo que hoy decidamos y pongamos en práctica decidirá el mañana de nuestra economía y nuestra sociedad.
Termino citando a un gran empresario, Henry Ford: “Llegar juntos es el principio; mantenerse juntos es el progreso; trabajar juntos es el éxito”.
Muchas gracias