Editorial periódico Camino
El último domingo de julio, los hogares dominicanos se llenan de ternura y alegría al celebrarse el Día de los Padres. Cada año va creciendo esta expresión de amor y agradecimiento a ese ser que Dios nos regaló y que les decimos papá. Es que un padre bueno es como una madre. Ambos son una imagen del amor de Dios.
Tenemos padres honrados que saben que es el mejor legado que van dejando a sus hijos.
Padres que no son violentos con sus esposas,enseñándoles a sus hijos el respeto a los demás, comenzando desde el hogar.
Padres, que trabajan hasta el cansancio para enseñarles a sus hijos la manera de ganar el sustento de cada día, sin caer en las garras de cometer acciones indebidas.
Padres humildes, para enseñarles a sus hijos que este valor es el camino para lograr la convivencia pacífica tan necesaria en la sociedad actual.
Padres, que encuentran en Dios la razón de existir, haciendo de los mandatos divinos su estilo de vida.
Padres, que han hecho del hogar una Iglesia doméstica, en donde se respira perdón, tolerancia, y diálogo.
Padres que son solidarios con los que sufren, para mostrarles a sus hijos que la alegría de un ser humano está en su vocación de servicio.
Gracias, papá, por enseñarnos a ser buenos ciudadanos.
Gracias porque las huellas que vas dejando en el camino nos indican la ruta a seguir para ser felices.
Dichosos los hijos que han tenido un padre íntegro, aquel que hace realidad el amor de Dios, haciéndolo visible en todas sus acciones.
¡Felicidades Papá, en tu día, y siempre!
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