Desbocada y sin control anda la ignorancia en nuestra nación, repitiendo patrones igual que los ratones a la flauta de Hamelín.
Por: José Rafael Vargas
Nuestra joven sociedad acarrea una profunda voracidad por lo material, el pantallear y la velocidad por hacerlo, crean un estereotipo peligroso para las próximas generaciones. Esta dieta prolongada de lectura comprensiva y de un razonamiento anti crítico a voluntad, vienen retratando un retroceso; es como si pusiéramos el alfabeto griego al revés, y de ”OMEGA” pasáramos al ”ALFA”, fin y principio por un recorrido de manera inversa hacia la ignorancia, hacia las pocas letras, hacia la incultura y hacia una marca indeleble que limita el pensar y siente orgullo al repetir patrones insensatos y anti éticos.
Los valores en nuestra juventud son como un ”TBT”, algo del pasado que solo se recuerda de vez en cuando y a conveniencia. Vemos como deliberadamente el presente crea un paradigma del éxito basado en el inmensurable capital que alguien pueda acumular, ignorando la forma y el trayecto alcanzado hacia el mismo. Esta filosofía nace de una etnia social, a la cual le urge la apariencia, la moda y el exhibicionismo, desvirtuando así los ejes primordiales de la vida; el amor, la salud, la familia o sencillamente aquello por lo cual estamos dispuestos a dar la vida. Es como un virus contagioso que va creciendo con el tiempo, sus síntomas más fuertes son la violencia, drogas, sexo y la prostitución. A pesar de que se ha procurado promover una vacuna contra este mal que azota la sociedad, los pocos intentos han sido en inútiles, pues solo ha logrado alimentar al parásito.
Las flojeras en la educación y una fiebre de 40 en la cultura, han conllevado a la degradación en las letras de las canciones de hoy en día, por ejemplo, una de las consecuencias es: “Que vivan lo’ pobre’, que vivan lo’ rico”, ‘‘gran pieza musical”. En medio del humo del vape y un ruido que retumba nuestros barrios, nace esta composición que provoca un prototipo de persona preocupante para nuestra sociedad, ya que abraza la ignorancia, la indiferencia y sobre todo el peligro de desvirtuar el camino al mérito.
Este ruido confundido a veces con música, explaya de manera verbal ante su blanco de público favorito, la juventud, a no coartarse en el proceder siempre y cuando sea para llegar al éxito, para sus exponentes este éxito se reduce solo a tener dinero. Fragmentos de la canción para que saque usted su conclusión: Si tengo que trafica’ pa’ buscarme, la tráfico (…) hay que arriesgarse, mente a na’, yo salgo ahorita, hay que ponerse Cartier, la cadena y lo’ anillito, DICRIM anda duro (…). Atrá’ de lo’ cuarto’ cometí mucho’ delito’ ahora, con el que e’ rulay es que yo me identifico, na’ má’ ponte a pensa’, ¿quién quiere vende’ perico? E’ la adrenalina que te pone a anda’ bonito (…) En Capotillo, Guachupita y Güaley soy el presidente, por eso, lo’ cuarto’ lo’ boto, lo’ tiro pa’rriba.
Pese a un dialecto que intenta crear un nuevo español paralelo, la mayor preocupación son las etimologías de las palabras, pues en ellas se experimenta el origen de una sociedad a la que no le interese el valor de las cosas y el sacrificio por ellas.
Al parecer, la moral no vende hoy en día, nuestra sociedad proyecta un espectáculo narcisista, una pantalla global donde todos quieren ser vistos a cualquier precio, es decir, si no estás visible en el mundo de las redes, simplemente no existes. De esta manera fue que el mayor exponente de este ruido, provocó comentarios a favor y en contra cuando desde un helicóptero lanzó una inmensurable cantidad de dinero en un barrio muy famoso de nuestra ciudad. El “cantante”, quien promovía su nuevo tema, quiso mostrarse como un hombre solidario, ignorando que la solidaridad se ejerce de manera horizontal y no de manera vertical, pues eso es caridad, ya que se aplica desde una posición de superioridad o dominante.
No pretendemos que estas líneas sean confundidas con ideologías burguesas que tratan de opacar a través de sus medios aquello que emana de los pueblos, todo lo contrario, tratamos que de alguna manera se rescaten las letras y melodías que se exponen ante los pequeños. Rescatemos el arte, la cultura y la familia, salvemos la sociedad del futuro a través de un Estado que procure restringir la indecencia y premie la decencia.